Riesgo
He estado en Zariquiegui. Me he comprado coderas, rodilleras, un casco de hockey hielo y una coquilla. Luego he subido a la 4. “Ponme un disuasorio”, le he dicho al señor conductor. Me ha dado no una sino dos obleas, pero no contaba él con la rejilla metálica y se ha astillado los nudillos. Ya sabía yo que los de Zariquiegui siempre tienen de lo bueno lo mejor. Me ha entregado mi billete de euro, el llamado disuasorio, y me he sentado en mi asiento dispuesto a practicar, una mañana más, este nuevo y emocionante deporte de riesgo: el villavesing. Consiste en que si no te arranca de cuajo el cuello un crío con un giro vertiginoso de esas mochilas que Perurena se las vería para mover corres el riesgo de quedarte sordo porque la moza a ti contigua –vamos, la de alao- le explica a su novio –que está en Burgos- a voz en grito lo mucho que le quiere, lo mucho que le extraña y lo mucho todo y muy alto, siempre sin parar de tensar y destensar contra la portada la goma elástica de su clasificadora Saro, que es un ruido que atenta contra los derechos humanos, tal y como reconoce Amnistía Internacional, diga lo que diga Roberto Jiménez, traductor de francés. Es lógico que el chaval esté en Burgos. Yo de ti me alargaba hasta Jerez. Si se consiguen superar esos escollos, entra en acción el llamado corre corre corre que te van a echar el guante. El guante es el de siempre: pocos medios + conductores estresados + muchos objetivos + facturar, facturar, facturar = prisas, errores, accidentes, dos hermosos tortazos en la última semana, gente al hospital, mala imagen de los conductores, más reticencias a la hora de usar un servicio público. Al tiempo, Torrens anuncia nuevas líneas mientras las que hay las cubren Raikkonen, Hamilton y Alonso. En Zariquiegui queda stock.
He estado en Zariquiegui. Me he comprado coderas, rodilleras, un casco de hockey hielo y una coquilla. Luego he subido a la 4. “Ponme un disuasorio”, le he dicho al señor conductor. Me ha dado no una sino dos obleas, pero no contaba él con la rejilla metálica y se ha astillado los nudillos. Ya sabía yo que los de Zariquiegui siempre tienen de lo bueno lo mejor. Me ha entregado mi billete de euro, el llamado disuasorio, y me he sentado en mi asiento dispuesto a practicar, una mañana más, este nuevo y emocionante deporte de riesgo: el villavesing. Consiste en que si no te arranca de cuajo el cuello un crío con un giro vertiginoso de esas mochilas que Perurena se las vería para mover corres el riesgo de quedarte sordo porque la moza a ti contigua –vamos, la de alao- le explica a su novio –que está en Burgos- a voz en grito lo mucho que le quiere, lo mucho que le extraña y lo mucho todo y muy alto, siempre sin parar de tensar y destensar contra la portada la goma elástica de su clasificadora Saro, que es un ruido que atenta contra los derechos humanos, tal y como reconoce Amnistía Internacional, diga lo que diga Roberto Jiménez, traductor de francés. Es lógico que el chaval esté en Burgos. Yo de ti me alargaba hasta Jerez. Si se consiguen superar esos escollos, entra en acción el llamado corre corre corre que te van a echar el guante. El guante es el de siempre: pocos medios + conductores estresados + muchos objetivos + facturar, facturar, facturar = prisas, errores, accidentes, dos hermosos tortazos en la última semana, gente al hospital, mala imagen de los conductores, más reticencias a la hora de usar un servicio público. Al tiempo, Torrens anuncia nuevas líneas mientras las que hay las cubren Raikkonen, Hamilton y Alonso. En Zariquiegui queda stock.
1 Comments:
Gracias por agregar mi blog en tus links.
Un abrazo!
Renzo
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