02 abril 2008

De cajón

Le tengo dicho a mi primo Israel que el día que yo palme tiene mi permiso y el de mi rival para entrar en casa y llevarse hasta el último artilugio relacionado con El Maestro que encuentre, incluidos cds, vinilos, cassettes, películas, libros, posters, mecheros, camisetas y todo aquello que haya ido acumulando, que por cierto no es nada comparado con lo que hay por ahí. A mi rival El Maestro –más bien su voz- le pone frenética y, por tanto, está encantada de que este alijo quede excluido del testamento de hermandad. ¿Y por qué mi primo? Pues porque sé que estará en buenas manos, que no perderá nada, que extenderá el vastísimo legado de El Maestro y que, en resumidas cuentas, cuidará de él mejor que yo mismo. Por eso entiendo perfectamente que María Josefa Huarte, dueña de la mejor colección de arte contemporáneo de Navarra, no se la haya donado al Gobierno de Navarra, ni mucho menos a Corpas, que es capaz de meterla en un sótano o, peor aún, bajo tierra y luego mirar para otro lado si justo ahí se construye un parking. La buena de María Josefa lee periódicos y habrá comprobado aterrada cómo ha funcionado el Gobierno de Navarra en el tema del Museo Oteiza y habrá pensado: a éstos no les dejo yo ni los dibujos de mi nieta. Esto en cualquier país serio sería un varapalo tremendo para el máximo gestor cultural de una comunidad, incapaz de ofrecer las condiciones necesarias para que la donante se sienta tranquila y satisfecha y para que los ciudadanos a los que les interese admirar un Picasso, un Rothko o un Chillida lo puedan hacer. Corpas, en cambio, hará la estatua, como los porteros de fútbol cuando ni huelen el balón. Lo único que espero es que María Josefa haya pactado que la entrada sea libre, que ya sabemos que estos del Opus cobran hasta por alentar.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

No te preocupes, Jorge, que Corpas y los suyos no tardarán en presentar esto como un triunfo de Navarra (o sea, suyo) y estarán en primera línea de foto el día de la inauguración.

11:56 p. m.  
Blogger Tatu said...

Corpas aparece una vez que han llegado todos los fotógrafos y cámaras. Recuerdo que en una edición del Festival de Cine documental de Navarra, tras una proyección de Basilio Martín Patino, irrumpió cuando la filmación ya terminaba. Pudo presentar al director, ensalzar su trayectoria, ajena a las apetencias y las corrientes del mercado, su libertad, incluso el documental que ni siquiera había visto... A muchos se nos torció el gesto al ver cómo Corpas elogiaba aquellas virtudes que el propio consejero menosprecia en su quehacer diario. Pero a él el gesto no se le descompuso, y no porque tuviera que salir guapo en las fotos, sino porque para él la hipocresía no es un defecto sino una virtud

12:03 p. m.  
Blogger jorgenagore said...

Tatu, no sé qué me da que vos y yo nos conocemos, no sé. Ya dirás.

3:26 p. m.  

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