30 abril 2009

Al Anaitasuna

Mi padre jugó al baloncesto. Mi hermano también, aunque algo peor que mi padre. Yo también, peor que mi hermano y mucho peor que mi padre. Eso de que la raza mejora será en Bulgaria. Eso sí, los tres éramos finos tiradores, aunque yo más que nada lo que era era fino, casi invisible. El caso es que a principios de los 60 mi padre y sus compañeros llenaban hasta los topes cada 15 días el Labrit, donde se jugaban los partidos. Tengo fotos que lo atestiguan. Y recortes de prensa. Si ven fotos de aquel equipo, mi padre es el de las orejas. Da igual que foto vean, es el de las orejas. Me da que en los 40 en Maternidad sacaban a los niños de las orejas, vaya sopletes gastaba el personal. Aquel equipo que llegó a jugar en la actual Liga Leb Oro –la categoría después de la ACB- o lo que ahora sería la segunda división de fútbol –aunque con dos grupos: norte y sur- pasó a mejor vida y desde entonces, aunque ha habido intentos, ningún equipo navarro ha estado en la situación a la que mañana se enfrenta el HNV Duar en el Anaitasuna –21.00 horas, entrada gratis si se lleva una prenda o amuleto de color rojo-: si ganan y pierde el líder, ascenderán automáticamente a la Liga Leb Oro, a sólo un paso de la ACB. Si eso, que es difícil, no se consigue, el viernes 8 jugarán en casa el primer partido en busca de la segunda plaza de ascenso. Pase lo que pase, la temporada de este equipo debutante en la categoría es colosal. El baloncesto es –vean las audiencias de la selección o de la ACB, la Euroliga o el seguimiento a la NBA- un deporte con mucho recorrido posible en Navarra y que mañana se llene el Anaitasuna sería la confirmación de que se pueden hacer grandes cosas con modestia y capacidad de trabajo. Si no se llena, lo mismo. Yo iré con mi padre, si no me tira de las orejas.