Regastando

Cuando leo una entrevista y preguntan “¿qué está usted leyendo?” y contestan precisamente ahora estoy releyendo… dejo de leer la entrevista. Que la relea su padre. Como si el hecho de que el divino estuviera leyendo por segunda o vigesimosexta vez algo fuera asunto destacable que nos importara a los demás, como si fuera imperante dejar claro que es tan leído que aquello ya se lo leyó en el 63. Pues muy bien. “¿Qué haces Nagore?”: aquí, repelándomela. Perdonen la visualidad, tápense la imaginación. O: aquí, reescuchando el primer disco de Soraya, a ver si me da un infarto de una vez. “Qué rebrasas eres Nagore”. Y tú que lo reveas, majo. ¿Dónde iba? Sí, por las redundancias, que casi nunca agotan nada, salvo la paciencia. Menos cuando hay un político, a poder ser municipal, de por medio, que entonces lo que se agota es el dinero. ¿Y tú a qué te dedicas, bonita? Yo, señora, rediseño infraestructuras públicas. Huy, qué curioso, ¿y hay mucho trabajo? Tengo más lista de espera que el Bullí. ¿Y todos esos ordenadores son tuyos? Sí señora, así mando mails desde todos y hago como que aquí trabajamos 16. ¿Y ese telefonista? Es mi marido, estudió doblaje. Imita cualquier voz del universo conocido. Cariño, hazle a la señora de aparejador. “Vaaale: yuxtaponiendo el zócalo de antimateria melanesia al entrelineado se consigue aligerar todo el continuo urbano y además sube el 10% de beneficio industrial”. Ahora de jefe de obra. “La última, ¡eh!: le digo que me silba los cojones y el tratado de la haya que el concejal quiera venir hoy de visita”. Una artista, a qué sí, ¿y usted qué quería? Yo es que tengo un museo… No siga, problemas, poca pasta, gracias por venir. Cariño, hazle a la señora de contestador. “Vaale: y que Dios nos guarde a muchos concejales y consejeros amén. Piiiii.