Matías

¿Su nombre por favor? Matías. ¿Cómo? Matías. No puede ser. Si sabré yo. Perdone, usted no puede llamarse Matías. Usted es una mujer. Me llamo Matías. Entiendo, está en proceso de cambiarse de sexo. ¿Yo? Ni loca. Me llamo Matías de toda la puta vida. No se le puede poner a una niña nombre de niño. Eso ahora. ¿Cómo dice? En el 2010 se podía. En el 2011 cambiaron y sólo dejaron bautizar a los recién nacidos con nombres de afluentes de ríos, en el 2012 fueron, creo recordar, los productos de Apple. Tengo un primo que se llama Iphone, está casado con una impresora. Y así. En 2016 ya fue cuando vino la gran hambruna y con hambre, ya sabe, entra la cordura. Me deja usted alucinada. Será alucinado. No, pese a esta barba me llamo Estefanía. Usted debió de nacer cuando sólo se podían elegir nombres que hubiesen sido portadas del Hola. En efecto. ¿Por Estefanía de Monáco? No, por Estefanía Luyk. ¿Fue portada? Sí. No me jodas, sí que estaba mal el mundo. Sigamos. ¿Apellido? Piradora. Perfecto. Don Matías Piradora. Perdón, Doña Matías Piradora. Disculpe. ¿Profesión? Papa. ¿De Roma? Correcto. No he estado nunca en Roma. No te pierdes nada. ¿Motivo de su visita a España? Vengo a dar unas charletas a unos fieles. ¿Cuántos más o menos? 100.000, 200.000, 35. No sé, depende del clima, es un trabajo muy desigual. ¿Tiene equipaje para recoger? No, voy y vuelvo en el día, con la muda que llevo puesta me vale. Perdone, Doña Matías, una duda: si usted es mujer, ¿cómo es que es Papa? Ya veo que es usted atea. Ateo. Bueno, ateo. Desde 2048 se hace por sorteo. ¿Universal? No, a los que tenemos contrato con Vodafone. Yo tengo Orange. Soy Presidente del Banco Central Europeo. ¿Y qué tal? No me da, como puede comprobar. Una última cosa, Estefanía: ¿no tendría usted un cigarrito?