Jumelage

El conteo público de espectadores que hasta día de hoy ha tenido y que de hoy en adelante tendrá el Circuito Samaniego lleva camino de convertirse en una campaña de publicidad que ni aquella del millón de visitantes de Corpas y cía. No hay campeonato, carrera, carrerita, pique de colegas, quemada de tubarros de ex alumnos de Ingeniería Industrial o evento alguno que se celebre en el asfaltazo del pueblo natal del gran Mari Ábrego en el que la propiedad no adjunte a los medios de comunicación la asistencia –calculada a huevímetro- tal y como se hace en cualquier manifestación o en la ya mentada masturbación numérico turística del ex poeta comunista. Ayer, en su comparecencia para hablar de éste y otros proyectos, Miguel Sanz, que insistió en que el procedimiento llevado en Los Arcos casi casi era más blanco y puro que la propia concepción de Jesús por la Virgen María, volvió a dar cifras de asistentes –habló de 70.000, todavía 30.000 menos que los hijos de tuvo San Luis- como si el problema fuera ése. Que no, kiliki, que no, que el problema no son los asistentes, que a ver si se te mete en la cabeza que ojala vaya el asunto magnífico, que la complicación es otra: que hacéis lo que se os sale de huevos -por muy legal que sea- y curiosamente siempre alguno sale muy bien parado, con pole, vuelta rápida y victoria, como el tal Samaniego, que metió el casco por entre los huecos de la legislación mucho mejor que los Brawn el año pasado con el tema de los difusores. Y, ya de paso que nos explicaba que todo fue la bondad hecha proceso, anunció que las empresas públicas pasan de 38 a 13 y que una de estas 13 gestionará el Circuito, Territorio Roncalia y el Reyno de Navarra Arena. Como dice mi abuela cuando le entran todas las cartas al Chinchon: ¡más lío!