Multas

Al final pasa siempre lo mismo, en cuanto a algunos les tocan o el bolsillo o las condiciones de trabajo deciden hacer lo que antes no hacían y que deberían de haber hecho: en el caso que nos ocupa, multar a quien corresponde, sea quien sea. La batalla entre las policías y los políticos de UPN y PSN está en su máximo apogeo y lleva el hedor propio de todo berenjenal interno ante el que los meros paseantes de Navarra sentimos una distancia sideral en la medida en la que, justa o injustamente, vemos que el personal sólo reacciona cuando le tocan lo suyo. El navarro que ni es funcionario ni aspira a serlo y que tampoco envidia a los que lo son y que le parece perfecto que el que cumple con su trabajo lo cobre bien y tenga las mejores condiciones posibles y todo eso no puede sino mirar este asunto con desgana, la desgana propia del que ya está bastante más que harto de que le sodomicen por muchos y muy variados frentes y casi siempre a cargo de trabajadores que se jubilarán en ese puesto pase lo que pase y de políticos que día tras día burocratizan y reglamentan más la vida diaria de todos menos cuando les toca a ellos, que entonces aparcan donde les sale de las gónadas, por ejemplo. Ya digo que, como en todas partes, hay policías que cumplen a la perfección con su labor y que, como en todas partes, hay y habrá mucho que mejorar para que puedan desarrollar sus objetivos en condiciones, pero no es menos cierto que, durante décadas, centenares y hasta miles de jóvenes han visto su futuro trabajo como municipales o forales como un seguro de vida a cambio de poca entrega y aún menos ilusión por ser policía –por ser funcionario, sí- y eso siempre se acaba pagando en relación a la visión que de ti tienen los ciudadanos. Por muchas multas que pongas a los políticos.