17 abril 2011

Hace cosas

Estoy tratando de escribir lo que están ustedes leyendo. Estoy solo en casa, mi rival está cuidando a los sobrinos. Tengo puesto un pirata de El Maestro en el que suena una versión excepcional de su Tomorrow is a long time cantado en Marsella en 1999: si hoy no fuese una autopista sin fin, si esta noche no fuese un camino tortuoso, si mañana no fuese tanto tiempo… . Es precioso, Marsella, así que no me extraña que El Maestro se arrancara el corazón aquella noche y lo lanzara por la boca. Intento pensar en algo que contarles, tal vez algo divertido sobre una señora que ví hace años en la tele y que le dijo a Lobatón que ella era muy recíproca a salir del automóvil -desde entonces no uso la palabra reticente-, y me llega el mail de un amigo: ¿Jorge, puedes mirar esto, a ver qué te parece y me dices? Mi amigo es creativo publicitario y todo lo majo que se puede llegar a ser en la Escala de Richter. Le han llamado de un periódico para pedirle un obituario sobre un ser muy querido que acaba de perder y él, acostumbrado a proponerte 30 títulos para un libro en un minuto o 40 nombres para una empresa en 40 segundos o frases y expresiones que resistan el paso del tiempo, espera que yo, como supuesto profesional, le pueda dar mi opinión sobre un texto algo más largo que ha tenido que escribir con las lágrimas nublándole la vista, cuando se escribiría todo y también se escribiría nada y tienes la sensación de que la habitación gira a tu alrededor y que nada de lo que hagas, pienses o digas va a aliviarte una sola de tus terminaciones nerviosas ni hoy ni nunca. Termino de leer lo que ha escrito, me seco la llorera por el tío Tirso que no conocí, le digo que no cambie ni una coma y que gracias por arrancarse el corazón. La gente hace cosas, Vassily, la gente hace cosas…