30 noviembre 2011

Silver Kane


Mi abuelo Guillermo leía novelas de Marcial Lafuente Estefanía, Zane Grey y Silver Kane. Yo no he leído nunca ninguna, porque estaban en su casa, en Burlada, y cuando yo bajaba a Burlada era para ver atletismo en las pistas y soñar a correr y ver fútbol en El Soto y soñar a jugar. Una mañana me desperté en San Sebastián y estaba mi padre delante. Había hecho aquellos 100 kilómetros de antes solo para que cuando me despertara lo primero que viera fuera a él diciéndome que el abuelo había muerto, tranquilo, en su cama de Burlada. Me echo las siestas en esa cama, pero no he leído las novelas que hay en los estantes. Tendría que haberlo hecho antes y ver menos deportes. Aunque si lo hubiese hecho quizá ahora no estaría escribiendo esto. Silver Kane es Francisco González Ledesma, padre de Enric González, el periodista de cuantos he leído últimamente que mejor mira de frente mirando de medio lao. Seguro que le haría ilusión saber que en Pamplona hay un señor que tiene un perrito negro de apenas unos meses que también mira de medio lao y que quizá no le lee a él pero que sí lee a su padre. Y a Marcial Lafuente Estefanía y a Zane Grey. Mira de medio lao para ver si quien se le acerca viene con buenas o malas intenciones, si le va a dejar o no una moneda en el cuenco de plástico que hace las veces de caja fuerte. Con esas monedas, se compra algo caliente, tal vez un vino, algún cigarro, comida para el perrito y, con lo que le sobra, entra en la Casa del Libro de Estafeta y le compra a Carmelo alguna novelita nueva de Silver Kane. En las novelas del Oeste siempre ganaban los buenos, por eso a mi abuelo le gustaban tanto, y por eso este señor que desayuna café con leche hace lo mismo, atento a ver quién es el siguiente y a si su perro mueve o no la cola y así tienen para leer.