17 marzo 2012

Vete yendo


Total, que bajo a comer a casa de mis padres y estaba mi hermano. Tengo un hermano, más mayor, periodista también, como la hermana. Vamos, una ruina de familia. Estaba allá el palomo, con su cara de poste de la luz, y lo clásico: Hola, hola, ya podías haber avisao de que bajabas para no bajar yo y lo mismo te digo. No es que nos llevemos mal, pero lo justo, lo que se llama educación y tú aquí y yo ahí –él siempre se pone encajonao, para no mover un dedo-. Se come lo suyo, recojo lo de los dos, lo mío se lo guarda madre a él en un tupper para llevar, se le caen las cáscaras de las nueces por la alfombra, se deja los yogures comidos por los estantes, me roba el tabaco y como solo hay un cuarto libre y es de sueño ligero la siesta se la echa él y yo me meto en el armario de las escobas. Después de barrer la cocina, claro. Y es aquí cuando mis padres me desvelan el secreto: ¿sabías que tu hermano se va el domingo andando desde Finisterre a Jerusalén y va a recaudar fondos para el Alzheimer? ¿Hay nueces en Jerusalén; o eran olivos? No seas así, es buen chico. Pues no, primera noticia que tengo. Me podíais haber dicho algo, porque mira que me han preguntado estos últimos seis meses unas 120.000 personas, porque ya os acordareis que vivo en lo Viejo, jeje, a ver qué tal mi hermano y no sabía qué decirles. Son 7.000 kilómetros, es peligroso. Cruzar San Nicolás es peligroso. Siempre tan cariñoso, tú. ¿Y hasta cuando esto? Uyy, igual unos 10 meses. ¿Habéis avisao a la ONU? Tu hermana. Menos mal que queda una persona sensata en esta casa. Mañana empieza. ¿Ah, si? Sí, hace 2,8 kilómetros. ¡Hostia, sale a bloque, en tromba! No hay que forzar. Eso es verdad. Y como cuando me fui aún estaba en la siesta, te digo aquí, mamón –jaja- que dale duro. Suerte y salud, ¿verdad? Grande.