22 diciembre 2012

Ya sabes


Como todos los años –¡hay que ver, y parece que fue ayer!- por estas fechas, la geina y yo –al paso que vamos la foto de Navidad del año que viene la haremos de fotomatón. O una autofoto, si anda ella por Londres- y todo eso y de verdad de la buena que les queremos a ustedes vosotros y que estos días y así y que vaya bien y 2013 ya ni les cuento y por supuesto faltaría más que sus deseos y lo que tengan en la cabeza ya me contarás cómo no voy a querer yo, precisamente yo, que no se cumplan, con lo que soy para esto de sentido –para todo, siento en mi todos los dolores del mundo, soy una rebotica andante- y de bueno y para qué seguir si ya se lo saben y además lo creen, porque es lo que tengo, que me creen. Me resulta incomprensible, pero así es. Y no voy a ser yo el que me interne por sus vericuetos mentales para tratar de explicarles que están ustedes en un error, porque además ya sabemos bien cómo funciona esto, que cuando uno está convencido de una cosa así le canten la Misa del Gallo –Claudio- que no se apea del elefante. O directamente hace una cosa y posteriormente la razona y trata de vestirla. Bien, que me estoy liando –es que las convalecencias quieras que no aturden. ¡Coño, un mosquito! ¡En diciembre! Qué majo. ¡Zas! Tonto. ¿No ves que es mi naturaleza? Anda y que no hay casas pa entrar, pues nada, tenías que caer justo aquí-. El motivo de que hoy les robe unos minutos de su precioso tiempo no es otro que recordarles que, por favor, el año que viene aunque les vayan a quitar un 20% del premio de la lotería para pagar algunos gastillos que hay que afrontar no sean ustedes judíos y sigan dejándose la pasta, como manda la tradición, Dios, la Patria y el Rey. Apenas eso y que mucha suerte. Ya me gustaría ponerme en su lugar, pero... la cadera, ya sabes.