¿Otro hombre?
Entendiendo que una cosa son las
creencias personales y otra distinta aunque muy ligada a ellas la organización
burocrática que se genera alrededor de la unión de millones de creencias
personales que respeto mucho, poco o ningún respeto puedo tener por la elección
de alguien que para ser elegido sí o sí tiene que ser un hombre. No es que me
caigan mejor las mujeres en general, ni nada en general, pero ser de un asunto
que impide al 50% de la población mundial ocupar un cargo importante o extender
lo que quieres extender y que además ese hecho sea corroborado y asumido por
millones y millones de mujeres en todo el mundo, ya sea casándose por la
Iglesia o miles de cuestiones más, me parece incomprensible y, yendo más allá,
bastante lamentable, como hacerlo siendo hombre y supuestamente amando y
respetando a esas mujeres. Es que se me escapa, por mucho que sepa que la
Iglesia Católica y la curia y todo eso es más lenta que el caballo del malo.
Esto no es una cuestión de lentitud o de asumir cambios o tendencias. Cojones,
es que esto es la base, la propia base misma de cualquier asunto que tú quieras
sacar del ámbito privado para elevarlo a lo público y además aireando a los
cuatro puntos cardinales que eso que aireas es la base moral, humana y ética de
las vidas que pretendes mejorar: igualdad, con sus problemas, sus trabas, sus
lo que sea, de acuerdo –se entiende, no se acepta-, pero igualdad, de arriba
abajo, de izquierda a derecha y ya. No sé. Como muchos y por edad, solo he
visto dos días como el de ayer y que me incumben porque vivo en una sociedad
marcada a fuego por esto. Pero cada vez que lo pienso medio segundo sigo sin
entender nada de cómo una cosa tan irreal e injusta sigue ahí, impermeable a
millones de mujeres –y hombres- que con su silencio la apoyan.
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