14 marzo 2013

¿Otro hombre?


Entendiendo que una cosa son las creencias personales y otra distinta aunque muy ligada a ellas la organización burocrática que se genera alrededor de la unión de millones de creencias personales que respeto mucho, poco o ningún respeto puedo tener por la elección de alguien que para ser elegido sí o sí tiene que ser un hombre. No es que me caigan mejor las mujeres en general, ni nada en general, pero ser de un asunto que impide al 50% de la población mundial ocupar un cargo importante o extender lo que quieres extender y que además ese hecho sea corroborado y asumido por millones y millones de mujeres en todo el mundo, ya sea casándose por la Iglesia o miles de cuestiones más, me parece incomprensible y, yendo más allá, bastante lamentable, como hacerlo siendo hombre y supuestamente amando y respetando a esas mujeres. Es que se me escapa, por mucho que sepa que la Iglesia Católica y la curia y todo eso es más lenta que el caballo del malo. Esto no es una cuestión de lentitud o de asumir cambios o tendencias. Cojones, es que esto es la base, la propia base misma de cualquier asunto que tú quieras sacar del ámbito privado para elevarlo a lo público y además aireando a los cuatro puntos cardinales que eso que aireas es la base moral, humana y ética de las vidas que pretendes mejorar: igualdad, con sus problemas, sus trabas, sus lo que sea, de acuerdo –se entiende, no se acepta-, pero igualdad, de arriba abajo, de izquierda a derecha y ya. No sé. Como muchos y por edad, solo he visto dos días como el de ayer y que me incumben porque vivo en una sociedad marcada a fuego por esto. Pero cada vez que lo pienso medio segundo sigo sin entender nada de cómo una cosa tan irreal e injusta sigue ahí, impermeable a millones de mujeres –y hombres- que con su silencio la apoyan.