18 mayo 2013

Obra insociable


Jijiji. Hay que reconocerle a Barcina su empuje, no se le niega. Hay que tener mucho y una capacidad muy alta de creer que los demás se tragan lo que trata de vender o, sencillamente, un nivel de autoengaño tal que se acaba creyendo sus propias cosas y no es capaz de separarse medio metro para verlas desde fuera con calma –o no interesarle, ya que eso suele doler, los músculos se te elongan-, hay que tener eso en grado supino para ir al Parlamento y soltar que el hecho de que sea el gobierno el que designe a 5 de los 9 miembros del Patronato que va a regir los apetecibles varios millones de euros anuales de la Fundación Can no supone nada y que “habrá 9 personas que trabajen bien. Habrá un control del Gobierno y este Parlamento controlará al Gobierno”. ¡Dios, qué panorama más desolador! Como controlen como hasta ahora sería mejor que se suban los del Patronato en el helicóptero de Corpas y echen a rebullo los millones y haya ondonadas de hostias por pillar un billete, como pasaba hasta ahora: la Obra Social primaba al más potente a todos los niveles, al que cuenta con más masa social, al que prima sin remilgos a sus colaboradores, al que tiene más herramientas de marketing y movilización, al que, en definitiva, mejor colocado está -los pobres seguirán siendo pobres, los ricos se harán más ricos. Y todo el mundo lo sabe. Everybody Knows, Leonard Cohen)-. Y, de remate, la fundación tendrá carácter privado, pese a que será controlada –dice- por el gobierno, que a su vez –dice-, será controlada por el Parlamento. Jul jul eta jul. Esto con la Obra Social de los rescoldos helados y pisoteados por los políticos de una cosa que ha formado parte de las vidas de millones de navarros desde ni se sabe. Cada cual en su casa que se autoengañe lo que quiera. Pero moto ya tenemos.