Connecting leches
Andábamos como en Amanece que no es poco, donde por todos es sabido que se tiene “devoción por Faulkner”. Andábamos que no sabíamos si hacer flasbas, oler bien o andar en bici, como hacen los sudamericanos, en la película. Talmente, el pueblo de mi rival parecía el de Amanece que no es poco y, claro, me entró la descojonacion. Yo asomao al balcón con medio cuerpo fuera estirando el brazo hasta que me crujían los sobacos. El primo, en la huerta, como un zahorí; y dando cabezazos de desesperación. La tía, pista arriba ritmo Messner a ganar metros de altura hacia donde la iglesia. Y mi suegra chillando como loca: “¡Yo tengo una rayita, una rayita!”. Pura folla, mascullaba yo, tener una rayita en la cocina es pura folla, aprovecha ahora, tú que puedes. Y todo ¿por qué? Por la jodida cobertura, sí, la cobertura. A 15 minutos 15 de la capital más principal de la comunidad que dicen es una maravilla del propio progreso, los de Amanece que no es poco andamos con la cobertura justa para pegarse un tiro. Porque si nos dicen que no hay y que no habrá, pues nada, tan pichis, pero te ponen el caramelo en la boca, te haces con los paratos de las muy diversas y enrolladas marcas -“connecting people”, yuju-, te entra en la ilusión y ¿pa qué? Para escuchar a saltos cómo tu madre se va ciscando en tí porque no te entiende, tú a ella menos, y pa que, supongo, al primo de mi rival cuando llegue a la uni le digan las mozas: “José Luis, hijo, no contestas ni un mensaje”. Y el chaval pues si liga será porque lo vale, porque lo que es fácil no se lo ponen, que unos días hay cobertura (una rayita, eso sí) donde las cebollas y otros donde el manzanal. Que si es el poste de Ostiz, dicen. ¡Bah!. “¡Señor presidente, queremos que la cobertura sea comunal!”. ¡Y turgente!
Andábamos como en Amanece que no es poco, donde por todos es sabido que se tiene “devoción por Faulkner”. Andábamos que no sabíamos si hacer flasbas, oler bien o andar en bici, como hacen los sudamericanos, en la película. Talmente, el pueblo de mi rival parecía el de Amanece que no es poco y, claro, me entró la descojonacion. Yo asomao al balcón con medio cuerpo fuera estirando el brazo hasta que me crujían los sobacos. El primo, en la huerta, como un zahorí; y dando cabezazos de desesperación. La tía, pista arriba ritmo Messner a ganar metros de altura hacia donde la iglesia. Y mi suegra chillando como loca: “¡Yo tengo una rayita, una rayita!”. Pura folla, mascullaba yo, tener una rayita en la cocina es pura folla, aprovecha ahora, tú que puedes. Y todo ¿por qué? Por la jodida cobertura, sí, la cobertura. A 15 minutos 15 de la capital más principal de la comunidad que dicen es una maravilla del propio progreso, los de Amanece que no es poco andamos con la cobertura justa para pegarse un tiro. Porque si nos dicen que no hay y que no habrá, pues nada, tan pichis, pero te ponen el caramelo en la boca, te haces con los paratos de las muy diversas y enrolladas marcas -“connecting people”, yuju-, te entra en la ilusión y ¿pa qué? Para escuchar a saltos cómo tu madre se va ciscando en tí porque no te entiende, tú a ella menos, y pa que, supongo, al primo de mi rival cuando llegue a la uni le digan las mozas: “José Luis, hijo, no contestas ni un mensaje”. Y el chaval pues si liga será porque lo vale, porque lo que es fácil no se lo ponen, que unos días hay cobertura (una rayita, eso sí) donde las cebollas y otros donde el manzanal. Que si es el poste de Ostiz, dicen. ¡Bah!. “¡Señor presidente, queremos que la cobertura sea comunal!”. ¡Y turgente!
1 Comments:
Nagorefraucaaaa! Que quería yo hablarle de Dostoievski!
Un consejo: prueba a enterrar el móvil en un bancal... a ver si hay suerte y le crece la cobertura.
De todas formas, como sigas tan críptico, vas a durar menos que doña Remedios en dar a luz a los mellizos. Y no me veas OT, que así estás, pobrecico.
Un abrazo de Morotov (votoroM a la contra)
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