11 febrero 2006


El tono

El tono es muy importante. El tono, el politono y el sonitono: “Mande un sms con el texto a dedo y consiga una VPO en Orkoien. O dos, si son pequeñas”. El alcalde de Orkoien, que es de IU, se despachó el otro día, en una discusión en el pleno, con que había otorgado dos VPO a dedo. Eso ahora. Que antes había otorgado más. La oposición, que está a la que salta (ya saben, Marta Mendía), le acusó entonces de lo normal, de forajido, e IU replicó que estas palabras había que entenderlas en un tono irónico. Anda que no he tenido trifulcas yo con los colegas en el mail por el tema del tono, que si eso no me lo dices tú a mí en la calle y que vamos al foso (en mi colegio, cuando nos retábamos, nos citábamos en el foso de longitud, espíritu olímpico que teníamos). Es que en lo escrito, ya sea en un periódico o en el ordenata, eso del tono irónico como que no se pilla, una puñeta. Para eso, la tele y la radio cuentan con la ventaja de escuchar lo dicho en “persona-personalmente”, como dice el Catarella de las novelas del detective Montalbano, de Andrea Camilleri (léanlo, por favor). Pero hete acá que el alcalde, se supone que porque en su partido le han dicho que abra la boca única y exclusivamente para respirar y sólo si tiene taponada la nariz, da la callada por respuesta y se niega a facilitar la cinta de audio que contiene la famosa frase, para que los expertos en tonos irónicos den un veredicto, como en La Máquina de la Verdad. Y hasta que eso no pase pues al alcalde de Orkoien le pasará lo que a Isbert cuando decía aquello de “¡vecinos de Villar del Río, como alcalde vuestro que soy os debo una explicación, y esa explicación que os debo os la voy a pagar!” y así hasta el infinito y más allá. Es que ya dice el refrán que “en boca cerrada no entran p...”.