10 febrero 2006


La lavadora

Les cuento. Leo que una familia que vive en un caserío en Erratzu va a tener electricidad por vez primera en su vida. Genial. Gobierno, Baztán y la propia familia van a sufragar la obra. Estupendo. Leo también que, a título personal, esto es, de su bolsillo, el Consejero de Agricultura, Javier Echarte, regaló una lavadora nueva a la familia. Como lo leen. No dudo, porque no tengo por qué dudarlo, que el señor Echarte sea un gran tipo y que este gesto, que en sus propias palabras ha tenido porque hace dos años vio a la etxekoandre “lavar en la pila y me impresionó”, lo ha hecho de todo corazón. Pero, si se me permite, estos gestos con luz y taquígrafos, esto es, con prensa de por medio y foto y declaraciones, pues quedan muy bien en el Hola, cuando la famosilla de turno se fotografía en la selva con “los negritos” (como suelen decir ellas) y luego se vuelve pa casa pletórica, “renovada” y de lo más “espiritual”. Bueno, ya ven que tampoco esos reportajes del Hola o de donde sean me gustan lo más mínimo. Es más, los detesto profundamente, a no ser que la actividad de la estrella en cuestión forme parte de una labor prolongada y anónima y no de un hecho puntual y público. En sus visitas públicas, el señor Consejero se puede impresionar con lo que quiera, faltaría más, pero, aunque sea con la mejor intención, responder de manera pública a un sentimiento privado me parece o un grave error o, permítaseme, un gesto al que cuando menos le pongo el interrogante de por qué se hace de cara al público, al resto de ciudadanos, que tal vez tengamos luz pero igual no lavadora. No sé si me explico. Porque a veces en política dicen que no sólo hay que ser honrado sino además parecerlo, pero creo también que a veces hay que ser buen tipo y no contárselo a todo el mundo.