Caricatura
Entiendo que, para defender a tu socio de gobierno, se recurra a los juegos verbales. La oposición hace lo mismo y no pasa nada. Pasa que los que no disponen de semejante remanente léxico acostumbran a enfrentar la realidad de un modo más directo y, en el 95% de los casos, más honesto, como la preciosa chica del chiste (o chico, como quieran, parezco Eric Idle en La vida de Brian) a la que se acerca un pretendiente y éste le pregunta: “¿Qué, no dices nada?” y la otra contesta: “¿Pa qué, pa cagarla?”. Más claro, agua. Pero ocurre que, por no reconocer, los políticos, en general, se suelen subir a la rama y dicen cosas que molestan, no a sus rivales, que a esos les va en el sueldo, sino a nosotros. Me ha sucedido leyendo que Pérez Nievas, de CDN (esta vez ha sido él pero podría haber sido de cualquier otro partido), calificó el debate loseta-adoquín del Baluarte como “caricaturesco”. Si su intención era referirse al debate parlamentario, ahí no entro, que ellos sabrán. Si, en cambio, y más posible, se refería al debate social, no deja de ser un menosprecio a la capacidad del personal, de modo particular, intransferible y sin influencias externas de caricaturistas o columnistas, de quejarse por algo que se hizo mal, que eso lo podemos hacer todos, pero que se ha inquinado por la obcecación de algunos, y no precisamente de los ciudadanos, por negar lo evidente y tildarnos de exigentes y muy sensibles, lo que no se sabe si es un halago (“es que mi niño es muy sensible”) o una sibilina crítica. Miren: ese adoquín es una mierda. Lo dicen 9 de cada 10 dentistas (el 10º es el de Mangado), todo Pamplona y hasta la OMS si le preguntaran. Lo demás, filfa. Así que la arreglen y de paso que cubran las bajadas al parking, que nos vamos a matar. Y eso no es una caricatura.
Entiendo que, para defender a tu socio de gobierno, se recurra a los juegos verbales. La oposición hace lo mismo y no pasa nada. Pasa que los que no disponen de semejante remanente léxico acostumbran a enfrentar la realidad de un modo más directo y, en el 95% de los casos, más honesto, como la preciosa chica del chiste (o chico, como quieran, parezco Eric Idle en La vida de Brian) a la que se acerca un pretendiente y éste le pregunta: “¿Qué, no dices nada?” y la otra contesta: “¿Pa qué, pa cagarla?”. Más claro, agua. Pero ocurre que, por no reconocer, los políticos, en general, se suelen subir a la rama y dicen cosas que molestan, no a sus rivales, que a esos les va en el sueldo, sino a nosotros. Me ha sucedido leyendo que Pérez Nievas, de CDN (esta vez ha sido él pero podría haber sido de cualquier otro partido), calificó el debate loseta-adoquín del Baluarte como “caricaturesco”. Si su intención era referirse al debate parlamentario, ahí no entro, que ellos sabrán. Si, en cambio, y más posible, se refería al debate social, no deja de ser un menosprecio a la capacidad del personal, de modo particular, intransferible y sin influencias externas de caricaturistas o columnistas, de quejarse por algo que se hizo mal, que eso lo podemos hacer todos, pero que se ha inquinado por la obcecación de algunos, y no precisamente de los ciudadanos, por negar lo evidente y tildarnos de exigentes y muy sensibles, lo que no se sabe si es un halago (“es que mi niño es muy sensible”) o una sibilina crítica. Miren: ese adoquín es una mierda. Lo dicen 9 de cada 10 dentistas (el 10º es el de Mangado), todo Pamplona y hasta la OMS si le preguntaran. Lo demás, filfa. Así que la arreglen y de paso que cubran las bajadas al parking, que nos vamos a matar. Y eso no es una caricatura.
1 Comments:
Caricaturesco fue Pérez Nievas en la comisión parlamentaria del caso Egüés.
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