22 marzo 2006


Tradiciones

La primera lleva tres dedos, seis hielos y un generoso chorro de tónica. La ginebra es buena, de las mejores. Después de un duro día, qué menos para un soltero maduro que una buena copa, con las zapatillas puestas, la luz baja y la música que uno elija. Nunca le gustó ir a los bares. Mucha gente, demasiados ojos, música ajena. En casa no hay preguntas, no hay miradas, no hacen falta excusas. Algunas noches, las más, pasa a la segunda y de ahí a la tercera, cada vez con más dedos y menos hielos. Varias mañanas se ha despertado con un vacío en la memoria, un vacío en la botella y el lector de canciones con las pilas agotadas. No hay preguntas, no hay miradas. Las excusas se las da a sí mismo. Hoy volverá a bajar al colmado a por otra botella. Se ahorra mucho. No se acuerda de cuándo empezó, ni el motivo. Ni siquiera de si hace falta un motivo o de qué vino huyendo, si es que huía. Tampoco le gusta superar la línea, pero en ocasiones escapa a su control, pero no juzga ni quiere que le juzguen, aunque sabe que es un rito peligroso. Pero es suyo. Nunca le gustaron los que se apropian de los aciertos de los demás. Y aún menos los que se apropian de los errores. Lee las críticas a los jóvenes que hacen botellón. Le causa tristeza saber que algunos no pasarán la criba y se beberán su vida, aunque piensa que de igual manera tampoco la pasarían. También las críticas a los jóvenes por su pasividad ante la realidad social. Le resulta curioso que en un país con una larga tradición de pasividad, que nunca se levantó contra Franco y que se quejó tarde, mal y con miedo ante la ETA, sal tú primero que a mí me da la risa, ahora se quiera aleccionar a los jóvenes, adjetivarlos. Tal vez eso explique muchas cosas. Incluso de qué vino huyendo. Quiere dejarlo, algún día.

1 Comments:

Blogger Cabeza Mechero said...

Saludos. Si pretendías escribir un artículo duro lo has conseguido amigo Nagore. Además has dado en el clavo, cosa (que lejos del peloteo que no procede) es bastante habitual. Leo normalmente comentarios que te dejan por aquí, "gracias Jorge por alegrarme el dia con tu columna". Sinceramente, hoy no creo que lo hayas conseguido. Y bien está. Las comparaciones son odiosas, ya lo sabemos, pero a mi me has dejado con el mismo mal rollo en la boca del estómago que esa canción de los suaves que dice algo así como "...dime donde están tus sueños, dime donde han quedado..." y al Dick para reme(olvi)diarlo. Me cago en la puta con perdón, no me trago que los chavales de 16 años sean unos borrachuzos vocacionales. Tampoco lo es, imagino, el solterón madurito del que hablas. Pero... ¿dónde coño están los sueños de estos chavales? Quizá ni los han tenido. Triste. Muy triste.

6:54 p. m.  

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