¡Hip-aro!
Andan los municipales con la porra enhiesta. No me extraña. Alguna lumbrera de la jefatura ha propuesto que sea obligatorio el saludo al estilo militar -¡hip-aro!- en sus relaciones internas y ante los ciudadanos, tanto al iniciar como al finalizar una conversación. A mi, cómo se saluden entre ellos me la trae al pairo, vamos, como si se quieren frotar mutuamente las narices como David el gnomo. Pero eso de que vaya uno tan tranquilo por la calle y de repente se le pare delante un armario ropero, se le cuadre, se lleve la mano derecha a la sien y te diga, te diga, yo qué sé: “Buen partido ayer, ¡eh, ciudadano!” pues acojona y además me parece un grave retroceso para las normales relaciones de las gentes con los de la gorra. ¿Qué puñetera falta hará que te saluden así si ya sabes que es un municipal, que se les ve venir a 100 metros de distancia? Ninguna. Alguno, que le van mucho las películas bélicas, que si no no se entiende. Pero han querido ir más allá y entre las normas de comportamiento, tales como no mascar nada mientras trabajan, no fumar, no apoyarse en nada –como si todo estuviera recién pintado- y no llevar pendientes, piercings y cosas de ésas, quieren colar una sencillamente asombrosa: “No podrán llevar las manos metidas en los bolsillos de los pantalones”. Llevo media tarde dándole vueltas al fin último de esta soberana chorrada, pero no doy con él. ¡Hummm! “no meterse las manos en los bolsillos”. ¿Será tal vez que a alguno, rasca que te rasca, se le iba al santo al cielo y con la emoción el ladrón Santo Domingo abajo? No sé, no lo pillo. De momento se conoce la propuesta, pero la lumbrera no ha ofrecido aún la justificación a estas novedades, tan vitales todas ellas y en las que seguro que ha invertido tiempo y esfuerzo. Ya está tardando.
Andan los municipales con la porra enhiesta. No me extraña. Alguna lumbrera de la jefatura ha propuesto que sea obligatorio el saludo al estilo militar -¡hip-aro!- en sus relaciones internas y ante los ciudadanos, tanto al iniciar como al finalizar una conversación. A mi, cómo se saluden entre ellos me la trae al pairo, vamos, como si se quieren frotar mutuamente las narices como David el gnomo. Pero eso de que vaya uno tan tranquilo por la calle y de repente se le pare delante un armario ropero, se le cuadre, se lleve la mano derecha a la sien y te diga, te diga, yo qué sé: “Buen partido ayer, ¡eh, ciudadano!” pues acojona y además me parece un grave retroceso para las normales relaciones de las gentes con los de la gorra. ¿Qué puñetera falta hará que te saluden así si ya sabes que es un municipal, que se les ve venir a 100 metros de distancia? Ninguna. Alguno, que le van mucho las películas bélicas, que si no no se entiende. Pero han querido ir más allá y entre las normas de comportamiento, tales como no mascar nada mientras trabajan, no fumar, no apoyarse en nada –como si todo estuviera recién pintado- y no llevar pendientes, piercings y cosas de ésas, quieren colar una sencillamente asombrosa: “No podrán llevar las manos metidas en los bolsillos de los pantalones”. Llevo media tarde dándole vueltas al fin último de esta soberana chorrada, pero no doy con él. ¡Hummm! “no meterse las manos en los bolsillos”. ¿Será tal vez que a alguno, rasca que te rasca, se le iba al santo al cielo y con la emoción el ladrón Santo Domingo abajo? No sé, no lo pillo. De momento se conoce la propuesta, pero la lumbrera no ha ofrecido aún la justificación a estas novedades, tan vitales todas ellas y en las que seguro que ha invertido tiempo y esfuerzo. Ya está tardando.
1 Comments:
y cuanta razón le asiste compadre...! no deja de tener su gracia imaginarse a esa prodigio de municipal rubia de lo viejo libreta en mano dale que te dale a la mano ejerciendo y contestando nuestras dudas de si puedo aparcar aquí, si puedo fumar allá o déjame veinte euros pa un pincho que con una degustación no me lleno.
probaré, a ver
grande eres nagore, es recomendar tu columna y se enganchan todos. Aupa Osasuna!!
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