Váteres
Artemio Bermejo le instaló unos cuantos inodoros a la administración, pero, como las cosas de palacio van despacio, no los cobra. De ahí que se presente un día en la cárcel a ver si pilla al Ministro encargado del asunto, que pasa por allí a un evento, y éste le puede resolver la falta de liquidez en la que le han metido los inodoros, porque se ha quedao cagando y sin papel. Bermejo, que bien podría apellidarse Roca, se ha ido arrimando al poder desde que tiene uso de razón y con su mente preclara ha pensado que, ya que es en algunas administraciones donde más mierda hay, qué mejor que fabricar unos buenos váteres y ganarse unos durillos con los alivios ajenos, sin pasar por un concurso público pero sí por la casilla de salida y cobrando las 20.000 pesetas. Artemio Bermejo, que bien podría apellidarse Roca, medra y medra y se arrima al Ministro más que Jesulín al toro y que su señora a las puertas traseras de la Seguridad Social, pero la casa de lenocinio en la que se va convirtiendo la cárcel le va alejando de su objetivo y, a pesar de que por un momento ve abrirse las puertas del cielo, finalmente la avaricia de unos y otros y, más propiamente, la general incompetencia hasta para robar y llevar adelante un plan con su principio y su final, hacen que le estalle el pastel en la cara. Han pasado 13 años desde que José Sazatornil Saza interpretara a Artemio Bermejo en Todos a la cárcel, de Berlanga. Han cambiado las costumbres y los más listos de su clase ya no venden cagaderos -o porteros automáticos como en La Escopeta Nacional-. Ahora recalifican lo recalificado y venden lo comprado, pero la esencia sigue siendo la misma y el resultado parecido. Y el olor. Y Roca, aunque no sea el de los váteres y que bien podría llamarse Artemio Bermejo, en la cárcel.
Artemio Bermejo le instaló unos cuantos inodoros a la administración, pero, como las cosas de palacio van despacio, no los cobra. De ahí que se presente un día en la cárcel a ver si pilla al Ministro encargado del asunto, que pasa por allí a un evento, y éste le puede resolver la falta de liquidez en la que le han metido los inodoros, porque se ha quedao cagando y sin papel. Bermejo, que bien podría apellidarse Roca, se ha ido arrimando al poder desde que tiene uso de razón y con su mente preclara ha pensado que, ya que es en algunas administraciones donde más mierda hay, qué mejor que fabricar unos buenos váteres y ganarse unos durillos con los alivios ajenos, sin pasar por un concurso público pero sí por la casilla de salida y cobrando las 20.000 pesetas. Artemio Bermejo, que bien podría apellidarse Roca, medra y medra y se arrima al Ministro más que Jesulín al toro y que su señora a las puertas traseras de la Seguridad Social, pero la casa de lenocinio en la que se va convirtiendo la cárcel le va alejando de su objetivo y, a pesar de que por un momento ve abrirse las puertas del cielo, finalmente la avaricia de unos y otros y, más propiamente, la general incompetencia hasta para robar y llevar adelante un plan con su principio y su final, hacen que le estalle el pastel en la cara. Han pasado 13 años desde que José Sazatornil Saza interpretara a Artemio Bermejo en Todos a la cárcel, de Berlanga. Han cambiado las costumbres y los más listos de su clase ya no venden cagaderos -o porteros automáticos como en La Escopeta Nacional-. Ahora recalifican lo recalificado y venden lo comprado, pero la esencia sigue siendo la misma y el resultado parecido. Y el olor. Y Roca, aunque no sea el de los váteres y que bien podría llamarse Artemio Bermejo, en la cárcel.
1 Comments:
Vale, pero el Artemio Bermejo de hoy no tiene que ir detrás del Ministro como una lapa a a cárcel o a una cacería para conseguir un contrato. Hoy esto se hace con total normalidad en los despachos oficiales, en los restaurantes más lujosos o en las playas de Cancún. Cuestión de clase.
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