Arroz con biombo
Ayer me pillé un kilo de arroz. Y como era integral, que cuece más lento, pues me alquilé una peli porno, para hacer más llevadera la espera (to make your time more easy passin’, que cantaría El Maestro). Es que si me pillo Ben Hur se me pasa el arroz, y no está la economía para ir tirando la comida alegremente. Es lo bueno de las pelis porno, que así cueza rápido o lento el arroz, encajan con todos los ritmos vitales de una receta, porque con eso de que el 99% no tienen argumento, que repiten un montón de planos y que se forman unos mondongos de mil pares te da igual ponerlas en el minuto 12 que en el 73. Son pelis de hervor rápido, de ahí su valor. Pero como la polivalencia comercial aún no ha llegado a tales extremos, tuve que adquirir ambos productos en tiendas distintas. Con el arroz, fue entrar y si es perro me muerde. En cambio, pa lo de la porno, como mi videoclub habitual estaba cerrao, tuve que improvisar. Entré en otro, me hice socio, me di una vuelta y allá no había por ningún sitio oferta visible. Y como ya estoy muy mayor pa disimulos y además pa qué, fui al grano: “Oiga, ¿las pelis porno?”. “Detrás de aquel biombo”. Vamos, si no me lo dice no lo encuentro ni con sónar. Y allí había dos o tres más (todos con su kilo de arroz) y me pillé Los Polby, que cuenta la historia de una dinastía, ya saben, emparentados con los Carrington. Entonces le pregunté al baranda el motivo de que hubiera que ser Juan Sebastián Elcano para encontrar aquello y me dijo que por los niños. No sé qué coño pinta un niño en un videoclub, teniendo como tienen esos sitios llenos de bolas de plástico o el parque, pero el caso es que por su culpa me hicieron sentirme un bicho raro. Y sólo por querer cocinarme un arroz. Por cierto, Los Polby, bastante mala. Además, ya la había visto.
Ayer me pillé un kilo de arroz. Y como era integral, que cuece más lento, pues me alquilé una peli porno, para hacer más llevadera la espera (to make your time more easy passin’, que cantaría El Maestro). Es que si me pillo Ben Hur se me pasa el arroz, y no está la economía para ir tirando la comida alegremente. Es lo bueno de las pelis porno, que así cueza rápido o lento el arroz, encajan con todos los ritmos vitales de una receta, porque con eso de que el 99% no tienen argumento, que repiten un montón de planos y que se forman unos mondongos de mil pares te da igual ponerlas en el minuto 12 que en el 73. Son pelis de hervor rápido, de ahí su valor. Pero como la polivalencia comercial aún no ha llegado a tales extremos, tuve que adquirir ambos productos en tiendas distintas. Con el arroz, fue entrar y si es perro me muerde. En cambio, pa lo de la porno, como mi videoclub habitual estaba cerrao, tuve que improvisar. Entré en otro, me hice socio, me di una vuelta y allá no había por ningún sitio oferta visible. Y como ya estoy muy mayor pa disimulos y además pa qué, fui al grano: “Oiga, ¿las pelis porno?”. “Detrás de aquel biombo”. Vamos, si no me lo dice no lo encuentro ni con sónar. Y allí había dos o tres más (todos con su kilo de arroz) y me pillé Los Polby, que cuenta la historia de una dinastía, ya saben, emparentados con los Carrington. Entonces le pregunté al baranda el motivo de que hubiera que ser Juan Sebastián Elcano para encontrar aquello y me dijo que por los niños. No sé qué coño pinta un niño en un videoclub, teniendo como tienen esos sitios llenos de bolas de plástico o el parque, pero el caso es que por su culpa me hicieron sentirme un bicho raro. Y sólo por querer cocinarme un arroz. Por cierto, Los Polby, bastante mala. Además, ya la había visto.
1 Comments:
En el grupo escultórico formado por corredores, cabestros y toros, perfectamente caben los rostros de estos tipos grandes del encierro, el Madina, el concejal con ego y el propio escultor, sólo hay que saber en qué grupo les corresponde estar
Gora San Fermin
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