Julen Madina
Cerraremos la adelantada trilogía sanferminera hablando de él, sí, de él, de Julen. Toda vez que el único encierro que he corrido fue uno txiki y que los únicos codazos que me he llevado cerca del callejón han sido intentando entrar a alguno de los garitos de la cuesta del Labrit, nada puedo aportar contra Julen en lo relativo a los codos, ya que además supongo que donde las dan las toman –y lo supongo bien porque llevo grabando los encierros 20 años-. Igualmente, su procedencia me resulta indiferente, aunque puedo atisbar que si fuera de Huarte muchos de los que ahora le apedrean lo elevarían a los altares. Lo que le pierde, amén de su calva y de su notable tamaño, que tan visible le hacen, es ese protagonismo que él alimenta prestándose a reportajes, entrevistas y clases prácticas a través de su web, lo que tan conocido le ha hecho y por lo que ahora aposenta sus reales en los platós de la ETB y de la Patagonia. Está en su derecho, pero luego que no hable de la masificación del encierro como hace ese famoso alpinista que se lleva a cuatro medios de comunicación al Everest y luego critica que el Everest esté lleno de montañeros de medio pelo. Lo patético es que ese pésimo ejemplo de protagonismo de un acto personal lo está copiando nuestro ayuntamiento cuando, ya sea probando el antideslizante o en charlas o en viajes a otros lugares taurinos, publicita y ensalza a corredores concretos, aunque sean autótonos, y se carga seis siglos de anonimato. Porque con Julen, como decía un amigo cuando entrábamos a echar la última a la cuesta del Labrit, “el mal ya está hecho”. Pero que nuestro propio ayuntamiento haga de agencia de marketing con unos cuantos –los que sean, que eso da igual- es como para irse a la Patagonia. O al Everest. Sin Julen ni el otro, claro.
Cerraremos la adelantada trilogía sanferminera hablando de él, sí, de él, de Julen. Toda vez que el único encierro que he corrido fue uno txiki y que los únicos codazos que me he llevado cerca del callejón han sido intentando entrar a alguno de los garitos de la cuesta del Labrit, nada puedo aportar contra Julen en lo relativo a los codos, ya que además supongo que donde las dan las toman –y lo supongo bien porque llevo grabando los encierros 20 años-. Igualmente, su procedencia me resulta indiferente, aunque puedo atisbar que si fuera de Huarte muchos de los que ahora le apedrean lo elevarían a los altares. Lo que le pierde, amén de su calva y de su notable tamaño, que tan visible le hacen, es ese protagonismo que él alimenta prestándose a reportajes, entrevistas y clases prácticas a través de su web, lo que tan conocido le ha hecho y por lo que ahora aposenta sus reales en los platós de la ETB y de la Patagonia. Está en su derecho, pero luego que no hable de la masificación del encierro como hace ese famoso alpinista que se lleva a cuatro medios de comunicación al Everest y luego critica que el Everest esté lleno de montañeros de medio pelo. Lo patético es que ese pésimo ejemplo de protagonismo de un acto personal lo está copiando nuestro ayuntamiento cuando, ya sea probando el antideslizante o en charlas o en viajes a otros lugares taurinos, publicita y ensalza a corredores concretos, aunque sean autótonos, y se carga seis siglos de anonimato. Porque con Julen, como decía un amigo cuando entrábamos a echar la última a la cuesta del Labrit, “el mal ya está hecho”. Pero que nuestro propio ayuntamiento haga de agencia de marketing con unos cuantos –los que sean, que eso da igual- es como para irse a la Patagonia. O al Everest. Sin Julen ni el otro, claro.
6 Comments:
Por favor, echo de menos algún comentario para este artículo, vamos, no disimulemos, media ciudad no puede ni ver a Madina.
empieza tú
¿Cómo que media ciudad?
yo creo que el artista o es muy ingenuo o quiere provocar pa que se hable de él, de otra forma no se le ocurre a nadie en su sano juicio, y que conozca un poquico de la historia y la actualidad del encierro, ni siquiera pensar en colocar el careto de un forastero poco querido (al que le gusta también que hablen de él)para siempre en un monumento en el centro de la ciudad. Entre este y el Hemingway menudos embajadores de la fiesta.
Aupa Osasuna.
Yo no es por nada, pero por no ver al julian me voy al everest o a donde haga falta
Pues a mi me cae bastante mejor el Ernesto, que por lo menos se agarraba sus buenas cogorzas como dios manda. Y además escribía libros, muy recomendables, por cierto. El caso es que yo conozco a más de uno que ha salido bastantes más veces que él en las fotos del encierro y no se dan ni el diez por cierto de importancia.
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