13 octubre 2006

Y tú más

Sabía que me iba a llamar. Y llamó. “¡Venga, vente, que hay un ambientazo de la ostia!”. Total, que como vivo alao, me pongo lo primero que pillo y me planto allá. Por un hermano, lo que haga falta. Allá es la puerta de Koppo, a 10 metros de 200 jambos con banderas españolas -o así- y rodeao de policías del tamaño de Gasol, ya que estoy dentro del perímetro de seguridad, al que no entran en teoría los del bando contrario al de las banderas españolas. Para mi hermano “ambientazo de la ostia” es que haya sonido de pelotazos. Ambiente hubo, doy fe. Entonces le pregunto que cuándo empieza el partido, que de momento sólo los veo calentar, plaza del Vínculo abajo plaza arriba, mientras uno se saca la chorra y vacila a unos que están tranquilamente en el Café di Roma. “Curioso modo de calentar, debe de ser el método Pilates ése famoso”, le digo a mi hermano, que me da un codazo y me dice: “¡Calla, que empieza!”. No entiendo la mitad de lo que dice el elemento ése y lo que le entiendo no tengo rollos de papel de baño suficientes en casa para limpiarlo, aunque vamos, lo que dicen los que están fuera del perímetro de seguridad también es curioso, por llamarlo de una manera fina. Le pregunto: “¿Oye, los de casa porque están tan mosqueaos?” Me dice que es porque no les gusta nada que vengan de fuera a revolver y porque además creen que los árbitros son muy anticaseros. Debe de ser que revolver en tu propia casa está mejor visto. No entiendo este deporte, la verdad. El marcador es rarísimo y además, cuado acaba el partido, los de casa acompañan a los de fuera hasta el autobús, lo mismo que han hecho a su llegada, que los han recibido. Tiene que ser por fuerza un código ético interno de la Liga ésta que juegan. Lo cierto es que a mí no creo que me pillen en la siguiente.