El recuento
Estaba francamente preocupado porque hacía meses que no leía ni oía nada del famoso recuento. Pensaba yo: ¿será que algún día no compré el periódico y justo ese día vino? ¿será que sí que lo compré pero se me pasó por alto o por bajo? Puede ser, pero el asunto es que como no lo veía pues me dije: vete a la página web y navega. Y navegando navegando lo encontré, la web, el recuento y todo. Y por eso ahora estoy mucho más tranquilo. La nota es del 15 de diciembre y señala que desde el 1 de octubre han pasado por la exposición Navarra, tres millones de euros un total de 25.300 personas, algo menos de la capacidad de El Sadar antes de la reforma. Eso hace una media diaria de 383 personas, superior a la media de 286 de la primera quincena de octubre pero inferior a la de 400 del primer mes –no me pregunten de dónde sale la media de 515 personas de la segunda quincena de octubre, de alguna manga supongo-. Bien, si hacemos una simulación, al final de la muestra habrán pasado por allá 37.917 seres humanos, lo que arrojará –nunca mejor dicho- un gasto per cápita de 79 euros. ¿Carillo no? Y no es que yo ponga esto de las cifras para dar entender que la exposición es pésima porque va poca gente, qué va, nada que ver. Las pongo únicamente para que al final de este viaje los responsables de enterrar 500 millones de las antiguas pesetas nos expliquen bien pero bien para qué ha servido esto, sin ánimo de menospreciar a nadie que haya currado directa o indirectamente en el dispendio. Porque me parece que a todos se nos ocurren infinidad de necesidades más importantes que poder cubrir o paliar con tan bonita cantidad o al menos con una parte notable de ella. Y, además, el dispendio sería exactamente el mismo si la cifra de visitantes fuera el doble. Es lo de menos.
Estaba francamente preocupado porque hacía meses que no leía ni oía nada del famoso recuento. Pensaba yo: ¿será que algún día no compré el periódico y justo ese día vino? ¿será que sí que lo compré pero se me pasó por alto o por bajo? Puede ser, pero el asunto es que como no lo veía pues me dije: vete a la página web y navega. Y navegando navegando lo encontré, la web, el recuento y todo. Y por eso ahora estoy mucho más tranquilo. La nota es del 15 de diciembre y señala que desde el 1 de octubre han pasado por la exposición Navarra, tres millones de euros un total de 25.300 personas, algo menos de la capacidad de El Sadar antes de la reforma. Eso hace una media diaria de 383 personas, superior a la media de 286 de la primera quincena de octubre pero inferior a la de 400 del primer mes –no me pregunten de dónde sale la media de 515 personas de la segunda quincena de octubre, de alguna manga supongo-. Bien, si hacemos una simulación, al final de la muestra habrán pasado por allá 37.917 seres humanos, lo que arrojará –nunca mejor dicho- un gasto per cápita de 79 euros. ¿Carillo no? Y no es que yo ponga esto de las cifras para dar entender que la exposición es pésima porque va poca gente, qué va, nada que ver. Las pongo únicamente para que al final de este viaje los responsables de enterrar 500 millones de las antiguas pesetas nos expliquen bien pero bien para qué ha servido esto, sin ánimo de menospreciar a nadie que haya currado directa o indirectamente en el dispendio. Porque me parece que a todos se nos ocurren infinidad de necesidades más importantes que poder cubrir o paliar con tan bonita cantidad o al menos con una parte notable de ella. Y, además, el dispendio sería exactamente el mismo si la cifra de visitantes fuera el doble. Es lo de menos.
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