Toros
En los últimos años de su vida mi abuelo ponía las corridas de toros en la televisión a tal volumen que se escuchaban los olés a varios kilómetros a la redonda. La verdad es que nunca le pregunté por qué necesitaba ponerlo tan alto si se trata fundamentalmente de un espectáculo que no necesita de la voz del comentarista, a no ser para que mi abuelo se enterara de que el toro se llamaba meapilas y que pesaba 578 kilos. Pero la ponía así, el buen hombre. Creo que es por eso por lo que jamás me han gustado los toros, por el volumen, como supongo que tampoco les gustan a los toros, aunque a estos intuyo que por razones bien diferentes. Y de más peso. Porque eso de que estés en tu casa, te agarren del sillón, te metan en un camión y luego te saquen a una plaza donde no paran de tocarte los huevos y meterte cosas de hierro por el cuerpo no tiene que gustarle a nadie, toro o no. Argumentan los defensores de la cosa que son animales preparados para eso y cosas así. Vamos, yo de genética no tengo ni idea pero bien del todo me parece que no lo pasan, por muy preparados que estén. Y que si no los torean igual se extingue la especie. Empezando porque no se lo creen ni ellos, si así fuera, ¿qué, qué pasaría? Pues una pena, pero más vale una especie extinguida que una masacrada para deleite de unos cuantos, entre los cuales –además de mi abuelo- tengo muy buenos amigos. Por eso que una ministra haya empezado a ponerle peros al ritual me resulta cuando menos esperanzador de que tal vez dentro de unos lustros los bichos éstos podrán andar tranquilamente por la vida sin necesidad de convertirse en la cabeza que cualquier Cayetano de turno tiene encima de su sofá y se podrán usar las plazas para asuntos menos asquerosos que hacer sangrar a un pobre bicho.
En los últimos años de su vida mi abuelo ponía las corridas de toros en la televisión a tal volumen que se escuchaban los olés a varios kilómetros a la redonda. La verdad es que nunca le pregunté por qué necesitaba ponerlo tan alto si se trata fundamentalmente de un espectáculo que no necesita de la voz del comentarista, a no ser para que mi abuelo se enterara de que el toro se llamaba meapilas y que pesaba 578 kilos. Pero la ponía así, el buen hombre. Creo que es por eso por lo que jamás me han gustado los toros, por el volumen, como supongo que tampoco les gustan a los toros, aunque a estos intuyo que por razones bien diferentes. Y de más peso. Porque eso de que estés en tu casa, te agarren del sillón, te metan en un camión y luego te saquen a una plaza donde no paran de tocarte los huevos y meterte cosas de hierro por el cuerpo no tiene que gustarle a nadie, toro o no. Argumentan los defensores de la cosa que son animales preparados para eso y cosas así. Vamos, yo de genética no tengo ni idea pero bien del todo me parece que no lo pasan, por muy preparados que estén. Y que si no los torean igual se extingue la especie. Empezando porque no se lo creen ni ellos, si así fuera, ¿qué, qué pasaría? Pues una pena, pero más vale una especie extinguida que una masacrada para deleite de unos cuantos, entre los cuales –además de mi abuelo- tengo muy buenos amigos. Por eso que una ministra haya empezado a ponerle peros al ritual me resulta cuando menos esperanzador de que tal vez dentro de unos lustros los bichos éstos podrán andar tranquilamente por la vida sin necesidad de convertirse en la cabeza que cualquier Cayetano de turno tiene encima de su sofá y se podrán usar las plazas para asuntos menos asquerosos que hacer sangrar a un pobre bicho.
3 Comments:
Supongamos que realmente no te gustan nada los toros. (Con nagorefraucaalacontra nunca se sabe, porque su papel es precisamente el de colocarse sistemáticamente "a la contra"). Si no te gustan los toros, tu no estuviste el día 14 de Julio de 2006 en la Plaza de Pamplona. Ese día, y en sexto lugar, asomó por la puerta de toriles un morlaco de 495 Kgs. de nombre HEBIJON y perteneciente a la ganadería de VICTORINO MARTÍN. Un toro extraordinario. Le cupo en suerte al diestro ANTONIO FERRERA, qien realizó una gran faena. (Dos orejas y rabo). Eso sí, el "VICTORINO" fué despachado con una gran estocada. Fué paseado por el aro del coso con una gran ovación. Yo estuve en la plaza aquel día. Francamente, si el toro pudiera elegir, entre morir en un matadero industrial o con el clamor de un público entregado...
Pero con los toros siempre ha sido igual. Siempre ha habido partidarios y opositores. Y esto es bonito y forma parte de LA FIESTA. En el fondo, lo que me disgusta es que te alinees con la ministra NARBONA, que a mi no me gusta nada.
a ver,ya estamos hablando embriagados de FiESTA-como la llaman-. El toro, ni que decir tiene, prefiere no morir,o morir de viejo, o de una cornada en la disputa por una vaca. Es el "aficionado" a la "fiesta",y no el pobre bicho, el que disfruta el día 14, y cualquier otro día, igual que disfrutaban el Cesar y su pueblo hace ya tiempos, igual que disfrutan los "aficionados" al sado-masoquismo (puestos a hablar de Fiestas y Aficiones, por lo visto vale todo). Y puestos a hablar de ministros y ministras que proponen cosas sensatas, que quieres que te diga, no me gusta el psoe(ni ningún otro) pero adelante,así nos tomarán un poco más en serio en el extranjero,donde la Fiesta no es fiesta sino lo que es,tortura y delito según todas las leyes.Lo digo por lo que leo y he visto de reojo por la tele,porque nunca he estado en la plaza,lo se es lo mejor de la fiesta,no sabes lo que te pierdes,no ves a los toros,la corrida es lo de menos,las peñas y el copetín.... Eso si,los que no quieren ver toros pero si queren fiesta, No se os ocurra criticar la corrida,la estáis patrocinando, y a la meca también.
Pensándolo bien, quizás no sean tan grandes nuestras diferencias. Aun que no lo dices expresamente, estoy casi seguro de que, a ti como a mi nos encanta el estofado de toro. Este ya es un punto en común. Discrepamos en el hecho de que tu prefieres que al cornúpeta le den el pasaporte en un matadero industrial y yo prefiero admirar su bravura y su belleza en una plaza. Esta es nuestra diferencia. Porque en lo que respecta a la ministra NARBONA, hija del conocido crítico y escritor taurino PACO NARBONA, aquí parece que estamos también de acuerdo. Con lo que se demuestra, una vez más, que el diálogo es fructífero y conveniente.
Sinceramente, FELIZ AÑO 2007.
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