No es normal
¿Están nerviosos? ¿Llevan muchos décimos, participaciones, boletos? ¿Han comprobado bien que han guardado en lugar seguro y recordable todos los papelajos que han ido acumulando desde hace meses? ¿Si? Me alegro. Ojalá les toque a ustedes vosotros todos los millones del mundo mundial, porque yo siempre he pensao que cuanto más rico sea mi vecino mejor para mí, más nivel en su basura. Ahora, ¿están ustedes convencidos de que el sorteo que hoy dicen que se celebra se celebra de verdad, que no es una representación? Porque por aquí tocar, lo que se dice tocar, no recuerdo muchas veces. Dicen, dicen, que en Leitza, pero a ver quién se va hasta Leitza a comprobarlo –a no ser que esté usted en Leitza, con lo cual a ver quién se va a Madrid a comprobar que el sorteo es de verdad-. Vamos, que me parece perfecto que usted crea en el azar, pero que tampoco pasa nada si luego no toca, que no tocará. Es un asunto de salud mental: no esperar nada, de nadie, jamás. Porque luego se levanta uno a las 9 y media con la tontera de la cena de trabajo de la noche anterior, prende la tele y ahí están ya los mangarranes de todos los años en cualquier pueblo perdido de a tomar por saco –pueblo donde usted no pasó las vacaciones y por lo tanto no tiene boletos- abriendo el xampan y besándose con lengua –que, si se fijan, son los mismos extras que luego salen en Gente diciendo que su vecina les parecía muy normal o en el Diario de Patricia vestidos de transformistas-. No sé, yo abriría una comisión de investigación sobre esto, porque no es normal el poco caso que le hacen a Navarra en Madrid. Yo ahí estoy con Jaime Iñaki, porque a mí lo del TAV me da igual, pero que no caiga el gordo nunca es sospechoso. Y no por mí, ¡eh!, por ustedes, por ustedes. Suerte de todas formas, so cándidos.
¿Están nerviosos? ¿Llevan muchos décimos, participaciones, boletos? ¿Han comprobado bien que han guardado en lugar seguro y recordable todos los papelajos que han ido acumulando desde hace meses? ¿Si? Me alegro. Ojalá les toque a ustedes vosotros todos los millones del mundo mundial, porque yo siempre he pensao que cuanto más rico sea mi vecino mejor para mí, más nivel en su basura. Ahora, ¿están ustedes convencidos de que el sorteo que hoy dicen que se celebra se celebra de verdad, que no es una representación? Porque por aquí tocar, lo que se dice tocar, no recuerdo muchas veces. Dicen, dicen, que en Leitza, pero a ver quién se va hasta Leitza a comprobarlo –a no ser que esté usted en Leitza, con lo cual a ver quién se va a Madrid a comprobar que el sorteo es de verdad-. Vamos, que me parece perfecto que usted crea en el azar, pero que tampoco pasa nada si luego no toca, que no tocará. Es un asunto de salud mental: no esperar nada, de nadie, jamás. Porque luego se levanta uno a las 9 y media con la tontera de la cena de trabajo de la noche anterior, prende la tele y ahí están ya los mangarranes de todos los años en cualquier pueblo perdido de a tomar por saco –pueblo donde usted no pasó las vacaciones y por lo tanto no tiene boletos- abriendo el xampan y besándose con lengua –que, si se fijan, son los mismos extras que luego salen en Gente diciendo que su vecina les parecía muy normal o en el Diario de Patricia vestidos de transformistas-. No sé, yo abriría una comisión de investigación sobre esto, porque no es normal el poco caso que le hacen a Navarra en Madrid. Yo ahí estoy con Jaime Iñaki, porque a mí lo del TAV me da igual, pero que no caiga el gordo nunca es sospechoso. Y no por mí, ¡eh!, por ustedes, por ustedes. Suerte de todas formas, so cándidos.
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