20 diciembre 2006

Olor

Ayer se retiró un ciclista y puso a caldo a todo lo que se mueve. Es una práctica cada vez más extendida, la de poner a parir al mundo en el que has vivido y del que has vivido –pero una vez retirado, por si las moscas y los contratos- y que dice muy poco –lo que se dice y cuando se dice- del estado en el que se encuentra el ciclismo, un estado prácticamente de encefalograma plano. El ciclista –Juan Carlos Domínguez- asegura que algunos directores tienen una mafia montada y que los managers “si pueden te quitan hasta el dinero de los viajes y ellos siguen ganando un dineral”. Parecidas historias aderezadas con pasajes de dopaje surgen de vez en cuando en libros escritos por ex corredores, como hace poco ha dado a conocer Jesper Skibby, asegurando que tomó EPO y otras historias para no dormir. A todo esto, hay una lista importante de corredores de los que se afirma que aparecen en la investigación de la Operación Puerto pero que a día de hoy nadie les ha dicho ni que sí ni que no. También tenemos una reciente noticia que asegura que TVE no dará en directo más que las tres grandes vueltas. Hay corredores sin equipo, equipos sin patrocinio, aficionados que no se creen el 5% de lo que ven, medios que tapan a los protegidos y un guirigay general de tal tamaño que lo milagroso es que a estas alturas se vaya a celebrar alguna carrera y haya corredores entrenando, que los hay, entrenando a puro sacrificio. Sinceramente, sólo los corredores tienen en su mano acabar con esto de una vez por todas, pero no sólo para criticar –con razón- que les quieran hacer pruebas de adn como si fueran violadores, sino para empezar a sacar la basura a la puerta cuando hay que sacarla y no cuando te vas para tu casa después de una carrera que tampoco es que huela muy bien.