Un mohicano
He hecho planes para ir este sábado a mearles las playas a los de Donosti. Empezaré por Ondarreta, seguiré por La Concha y acabaré en La Zurriola, donde me postraré en idéntica postura a la que adopté el año pasado cuando fui a escuchar a El Maestro. Espero que nadie aproveche para ponerme la sombrilla. Con esto quiero decirles que el sábado lloverá, porque cuando hago esa clase de planes llueve siempre. Da igual, nos meteremos en el Morgan de la calle Narrika a comernos toda la barra y parte del serrín del suelo. Es bonita Donosti, pija como ella sola pero bonita. Pamplona es menos pija, no mucho pero un poco sí. Ayer, por ejemplo, pasó por delante mía un tío al que he visto otras veces vestido de forma normal, con su familia y eso. Un tío normal, que se dice. Vale. Iba él con pantalón de chándal azul, zapatos de cuero negros y calcetines blancos. Llevaba una chaquetilla de táctel de esas florescentes y silbaba. Tiró una cosa en un contenedor y se fue. Reaccioné tarde, porque lo que tenía que haber hecho era abrazarle y decirle que olé sus pelotas por ir así, con zapatos y con vendas –que es como le llama mi rival al calcetín blanco sobre zapato negro-. Gente de ésa ya queda muy poca, porque lo que se lleva es la uniformidad –de Baja Navarra hacia arriba hay un tipo urbano determinado y hacia abajo hay otro, aunque lógicamente haya excepciones-, tanto en ropa, como en peinados, como en abalorios como en casi todo. Entonces cuando se ve a uno al que le importa un higo cómo va vestido es cuando hay que valorarlo en su justa medida, porque estás delante de alguien que, no es que no tenga gusto o sensibilidad, es que no le da importancia a lo que los demás piensan de él. Estoy por decirle que se venga a Donosti conmigo, a ver si nos echan monedas por la calle.
He hecho planes para ir este sábado a mearles las playas a los de Donosti. Empezaré por Ondarreta, seguiré por La Concha y acabaré en La Zurriola, donde me postraré en idéntica postura a la que adopté el año pasado cuando fui a escuchar a El Maestro. Espero que nadie aproveche para ponerme la sombrilla. Con esto quiero decirles que el sábado lloverá, porque cuando hago esa clase de planes llueve siempre. Da igual, nos meteremos en el Morgan de la calle Narrika a comernos toda la barra y parte del serrín del suelo. Es bonita Donosti, pija como ella sola pero bonita. Pamplona es menos pija, no mucho pero un poco sí. Ayer, por ejemplo, pasó por delante mía un tío al que he visto otras veces vestido de forma normal, con su familia y eso. Un tío normal, que se dice. Vale. Iba él con pantalón de chándal azul, zapatos de cuero negros y calcetines blancos. Llevaba una chaquetilla de táctel de esas florescentes y silbaba. Tiró una cosa en un contenedor y se fue. Reaccioné tarde, porque lo que tenía que haber hecho era abrazarle y decirle que olé sus pelotas por ir así, con zapatos y con vendas –que es como le llama mi rival al calcetín blanco sobre zapato negro-. Gente de ésa ya queda muy poca, porque lo que se lleva es la uniformidad –de Baja Navarra hacia arriba hay un tipo urbano determinado y hacia abajo hay otro, aunque lógicamente haya excepciones-, tanto en ropa, como en peinados, como en abalorios como en casi todo. Entonces cuando se ve a uno al que le importa un higo cómo va vestido es cuando hay que valorarlo en su justa medida, porque estás delante de alguien que, no es que no tenga gusto o sensibilidad, es que no le da importancia a lo que los demás piensan de él. Estoy por decirle que se venga a Donosti conmigo, a ver si nos echan monedas por la calle.
1 Comments:
suena muy mal "por delante mía". escrito ya es peor
por favor no lo repitas porque estropeas la columna de hoy.
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