03 junio 2007

La fama cuesta
Mi primo Froilán ha hecho la comunión. No hay en la Historia hostia más bien ganada, me dicen que dijo el cura. Yo no fui, porque a mi las comuniones me aburren y acabo con la tripa de Kas y de fritos que luego tengo el tracto alterado una semana. Me quedé en casa, con Sofi y con mamá, que tampoco fueron. Nos pusimos un DVD con los greatest hits de Peñafiel y luego estuvimos jugando a las portadas: mamá lleva 31 este año, yo 12 y Sofi 10. Froi –yo le llamo Froi- ha subido bastante en el ranking familiar esta semana porque ha acumulado 4 de una tacada, pero eso es fácil, porque ha hecho la comunión. El día que la haga yo voy a subir un montón. Y ya verás cuando empiece a escaparme a Ibiza o a Mallorca a hacer el crápula: que tiemble la Preysler. El caso es que a mi no me importa mucho salir en las portadas, pero me horroriza lo de Internet, porque vete tú a saber en qué páginas cuelgan las fotos y todo eso y los comentarios de la gente, que está más salida que los balcones. Fíjate si no en esa chica tan mona, una americana que salta con pértiga. En menos de 24 horas había miles de páginas con su foto, sólo porque es mona, la chica, que eso hay que reconocerlo. Yo no les digo su nombre porque entonces seguro que van a Google y rastrean, con lo que así estoy colaborando a que se extienda su fama, que al parecer ella no quiere tener. Se limita a estudiar y a saltar con pértiga y no quiere fama de ningún tipo. Eso me pasa a mi, que tampoco quiero fama. Tocarme la nariz hasta que cumpla los 80 sí, pero sin fama, pero ya me han dicho en casa que va junto y que o todo o nada. Pues vale, si hay que aguantar un poco de renombre, se aguanta. Pero bueno, ahora lo importante es tener un hermanito, que si no estoy jodida, mucho más que la pertiguista.