¿Cuadrilla o pareja?
Cuenta que la leyenda que en el concierto que ofreció The Band como despedida, terminó su actuación Neil Diamond y, al bajar del escenario, le dijo a El Maestro, que actuaba después: “¡A ver cómo mejoras esto!”. Y El Maestro contestó: “¿Qué quieres, que me duerma?”. Yo aún no ha hecho sino empezar toda la pesadez de los pactos y ya me estoy durmiendo, por si no estaba ya lo bastante dormido hasta el domingo. Qué pesadez de pueblo, oyes, qué diversos son ustedes. Fíjense si son diversos que si sale adelante el pacto de coalición –el no constitucionalista, según Sanzeitor, que nos ha salido repartidor de constituciones a domicilio-, allí se van a juntar ni más ni menos que 6 partidos 6. Eso no es una coalición, es una cuadrilla en toda regla. Me recuerda a la cuadrilla de mi rival, que, según me dice, cruzan del orden de mil o dos mil mails para quedar a tomar un café, que si un día no puede una y otro no puede otra. Un maremagnum de mil pelotas se estará formando para ver quién da el primer paso, plantea cafetería, hora, día y demás, por no hablar de que luego se tienen que poner de acuerdo en qué pedir para consumir. La diferencia es que la cuadrilla de mi rival, una vez que se juntan, se lo pasan bomba y que tampoco ninguna puede recibir una hipotética llamada de su madre desde Madrid diciéndole: “Hija, mejor que no quedes ahora, déjalo para después de las elecciones generales”. Madres como ésa no hay en la cuadrilla de mi rival, afortunadamente, porque madres así piensan más en sí mismas que en sus hijas, a las que no les apetece irse –como siempre, como quiere su madre y como quiere su novio- de paseo Carlos III arriba Carlos III abajo toooooda la vida. Y no es que esté yo en contra del amor, pero es que hay parejas que aburren sólo de mirarlas.
Cuenta que la leyenda que en el concierto que ofreció The Band como despedida, terminó su actuación Neil Diamond y, al bajar del escenario, le dijo a El Maestro, que actuaba después: “¡A ver cómo mejoras esto!”. Y El Maestro contestó: “¿Qué quieres, que me duerma?”. Yo aún no ha hecho sino empezar toda la pesadez de los pactos y ya me estoy durmiendo, por si no estaba ya lo bastante dormido hasta el domingo. Qué pesadez de pueblo, oyes, qué diversos son ustedes. Fíjense si son diversos que si sale adelante el pacto de coalición –el no constitucionalista, según Sanzeitor, que nos ha salido repartidor de constituciones a domicilio-, allí se van a juntar ni más ni menos que 6 partidos 6. Eso no es una coalición, es una cuadrilla en toda regla. Me recuerda a la cuadrilla de mi rival, que, según me dice, cruzan del orden de mil o dos mil mails para quedar a tomar un café, que si un día no puede una y otro no puede otra. Un maremagnum de mil pelotas se estará formando para ver quién da el primer paso, plantea cafetería, hora, día y demás, por no hablar de que luego se tienen que poner de acuerdo en qué pedir para consumir. La diferencia es que la cuadrilla de mi rival, una vez que se juntan, se lo pasan bomba y que tampoco ninguna puede recibir una hipotética llamada de su madre desde Madrid diciéndole: “Hija, mejor que no quedes ahora, déjalo para después de las elecciones generales”. Madres como ésa no hay en la cuadrilla de mi rival, afortunadamente, porque madres así piensan más en sí mismas que en sus hijas, a las que no les apetece irse –como siempre, como quiere su madre y como quiere su novio- de paseo Carlos III arriba Carlos III abajo toooooda la vida. Y no es que esté yo en contra del amor, pero es que hay parejas que aburren sólo de mirarlas.
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