Altura humana
He estado en Irigaray. Como siempre, había gente a espuertas. Cada vez que entro me reafirmo en el daño que ha hecho Bricomanía. Bueno, finalmente me ha llegado el turno. He comprado una escalera. De camino a mi destino he aprovechado para limpiar los cristales de unos cuantos primeros pisos con unas toallitas limpiagafas que siempre suelo llevar. He llegado al lugar señalado, he colocado la escalera, me he subido y he podido leer lo que desde abajo es prácticamente imposible leer. Es que a mi me gusta leer, también los textos que hay en las placas, así ponga Hasta aquí llegó la riada del 73, En esta casa ensayaban Txomin y Perutxiki o Tomás, ya te dije que no probaras aquellas setas. Si además la placa pretende homenajear a cualquier víctima de movimiento salvapatrias alguno entonces la leo con más motivo, porque un asesinado es un asesinado, aquí y en Tetuán, en 2006 o en 1936. Es lo mismo, hay que rendirle respeto, aunque no se piense como él-ella, sus familias o sus amigos. Es un inocente asesinado en nombre de no sé qué coño. Ojalá hubiera placas que recordaran a todos los que salieron un día de casa y no volvieron, aunque no sé si entonces todos los partidos de nuestro querido ayuntamiento estarían tan de acuerdo. Pero bueno, vamos a la placa que nos ocupa, que, obligado por el Pleno, ha perpetrado el Ayuntamiento de Pamplona en la Ciudadela en recuerdo de los fusilados en el 36. Escondida, a tres metros de altura, pequeña, un auténtico insulto y una indecente falta de respeto. Que no seré yo quien entre a valorar si es razonable poner la placa 70 años después –que creo que sí lo es-, pero, ya que la pones, ten la hombría o la mujería suficientes como para no comportarte como una niña enfadada. Ponla a la altura humana que algunos-as parecen no tener.
He estado en Irigaray. Como siempre, había gente a espuertas. Cada vez que entro me reafirmo en el daño que ha hecho Bricomanía. Bueno, finalmente me ha llegado el turno. He comprado una escalera. De camino a mi destino he aprovechado para limpiar los cristales de unos cuantos primeros pisos con unas toallitas limpiagafas que siempre suelo llevar. He llegado al lugar señalado, he colocado la escalera, me he subido y he podido leer lo que desde abajo es prácticamente imposible leer. Es que a mi me gusta leer, también los textos que hay en las placas, así ponga Hasta aquí llegó la riada del 73, En esta casa ensayaban Txomin y Perutxiki o Tomás, ya te dije que no probaras aquellas setas. Si además la placa pretende homenajear a cualquier víctima de movimiento salvapatrias alguno entonces la leo con más motivo, porque un asesinado es un asesinado, aquí y en Tetuán, en 2006 o en 1936. Es lo mismo, hay que rendirle respeto, aunque no se piense como él-ella, sus familias o sus amigos. Es un inocente asesinado en nombre de no sé qué coño. Ojalá hubiera placas que recordaran a todos los que salieron un día de casa y no volvieron, aunque no sé si entonces todos los partidos de nuestro querido ayuntamiento estarían tan de acuerdo. Pero bueno, vamos a la placa que nos ocupa, que, obligado por el Pleno, ha perpetrado el Ayuntamiento de Pamplona en la Ciudadela en recuerdo de los fusilados en el 36. Escondida, a tres metros de altura, pequeña, un auténtico insulto y una indecente falta de respeto. Que no seré yo quien entre a valorar si es razonable poner la placa 70 años después –que creo que sí lo es-, pero, ya que la pones, ten la hombría o la mujería suficientes como para no comportarte como una niña enfadada. Ponla a la altura humana que algunos-as parecen no tener.
1 Comments:
Yo, como siempre, haré hincpié en tu sensibilidad Jorge. A ver si muchos te copian aunque sea un poquito.
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