17 abril 2008

Clases

Acabo de llamar al teléfono de cita previa para la declaración de la renta, donde una amable señorita –o señora- me ha atendido con celeridad y me ha facilitado la fecha y hora exactas en las que tendré que acudir a cumplir con el trámite. Estoy muy asustado. Me pasa siempre, no crean. Como soy muy malo con los números y las retenciones nunca sé intuir si me saldrá a pagar o a cobrar, tanto que el año pasado cobré y no le planté un beso al director de mi sucursal por un pelo y porque me apartó con la mano. Este año, al menos, trataré de pensar que me van a descontar 400 euros de la suma global, ¿o no Miranda? Tal vez a Miranda 400 euros no le supongan mucho, pero yo con 400 euros hago virguerías. Es, sin problema, la comida de un mes o mes y medio. A mi no me parece una tontería, pero, a lo que se ve, a Miranda y Sanz sí, porque a dos días de empezar la declaración los constructores y promotores ya saben que tendrán obras por delante al menos durante 4 años pero los que no ganamos 4.000 netos al mes no sabemos si nos darán o no los 400 euros que previamente no habíamos cobrado vía retención del IRPF. Cuánta prisa para atender a algunos y qué poca gana para atender a todos y para, como poco, explicarnos qué va a pasar y por qué. En cambio, estamos en la fase de echar pelotas fuera, de pedir que sea Zapatero el que nos abone lo prometido, como si Zapatero sólo fuera el presidente de 16 comunidades autónomas y aquí gobernara el Tío Gilito. Ahora que lo pienso, igual es así, igual aquí gobiernan los de la cofradía del puño prieto, que sólo destensan a la hora de cementar Navarra haga falta o no pero que se note y que no pasen apuros los colegas. Se ve que cuando hay beneficios son para ellos y cuando hay pérdidas las pagamos a escote, que todavía hay clases.