Mangoneo
Tiene lógica que si el motivo de la Expo es el agua y hay que diseñar un pabellón español, el arquitecto encargado de llevar el agua a Zaragoza sea Mangado. Si alguien entiende de agua es él. Basta bajar estos días de tormentas por las escaleras-río de Baluarte para comprobarlo, para asistir in situ a la fuerza de la naturaleza en todo su esplendor. Todo en arquitectura tiene una función y la no colocación de cubiertas en las escaleras que llevan al parking también: crear peligro. Agradecería que algún parlamentario preguntara vía oficial si existe alguna letra pequeña en el contrato que firmó Mangado que impide que los ciudadanos podamos bajar esas escaleras mojadas, heladas o nevadas sin riesgos. Si eso –colocar cubiertas- también “destrozaría” la obra, tal y como el ínclito ha declarado que ocurriría con una rotulación bilingüe. No tengo nada contra el bilingüismo, pero me preocupan más mis huesos. Y los ajenos. A otros, al parecer, no. Y como ya dice mi rival que siempre habla de mierda el más cagao, pero sin ánimo de ofender, habrá que anunciar que Mangado ha creado la Fundación Arquitectura y Sociedad, “para reflexionar sobre el papel de la arquitectura en la sociedad”. Dado mi escaso bagaje arquitectónico, nada puedo aportar al papel de la arquitectura en la sociedad, pero dada mi condición social sí puedo conocer el papel de la sociedad en la arquitectura, que en el caso de Mangado salta a la vista que es nulo, inexistente e incómodo, cuando declaración tras declaración y acción tras acción o inacción nos denigra, degrada o, sencillamente, olvida. Dicho esto, el engreimiento del elemento podríamos pasarlo por alto si no fuera porque toda una serie de poderes públicos son incapaces de meterlo en vereda. De ellos es la responsabilidad de nuestros huesos.
Tiene lógica que si el motivo de la Expo es el agua y hay que diseñar un pabellón español, el arquitecto encargado de llevar el agua a Zaragoza sea Mangado. Si alguien entiende de agua es él. Basta bajar estos días de tormentas por las escaleras-río de Baluarte para comprobarlo, para asistir in situ a la fuerza de la naturaleza en todo su esplendor. Todo en arquitectura tiene una función y la no colocación de cubiertas en las escaleras que llevan al parking también: crear peligro. Agradecería que algún parlamentario preguntara vía oficial si existe alguna letra pequeña en el contrato que firmó Mangado que impide que los ciudadanos podamos bajar esas escaleras mojadas, heladas o nevadas sin riesgos. Si eso –colocar cubiertas- también “destrozaría” la obra, tal y como el ínclito ha declarado que ocurriría con una rotulación bilingüe. No tengo nada contra el bilingüismo, pero me preocupan más mis huesos. Y los ajenos. A otros, al parecer, no. Y como ya dice mi rival que siempre habla de mierda el más cagao, pero sin ánimo de ofender, habrá que anunciar que Mangado ha creado la Fundación Arquitectura y Sociedad, “para reflexionar sobre el papel de la arquitectura en la sociedad”. Dado mi escaso bagaje arquitectónico, nada puedo aportar al papel de la arquitectura en la sociedad, pero dada mi condición social sí puedo conocer el papel de la sociedad en la arquitectura, que en el caso de Mangado salta a la vista que es nulo, inexistente e incómodo, cuando declaración tras declaración y acción tras acción o inacción nos denigra, degrada o, sencillamente, olvida. Dicho esto, el engreimiento del elemento podríamos pasarlo por alto si no fuera porque toda una serie de poderes públicos son incapaces de meterlo en vereda. De ellos es la responsabilidad de nuestros huesos.
4 Comments:
Lo malo de esto es que a ese mangante que responde al nombre de Mangado sólo se le dediquen columnas en secciones como esta de Jorge, al fin y a la postre nadie se lo toma muy en serio. En un país decente (si es que existe tal cosa) este individuo estaría inhabilitado para seguir estafando al público y probablemente entre rejas.
¿Qué nadie no se toma muy en serio la columna de Jorge? Creo que te equivocas.
Mangado es un buen arquitecto que en ocasiones raya a gran altura. Lo que pasa es que, como otros arquitectos, va por la vida levitando unos metros por encima del resto de mortales. Algunos deberían proyectar sólo azoteas.
Desde mi ignorancia, creo que los arquitectos hace años que supeditan la funcionalidad de sus proyectos a la (supuesta) originalidad. Una obra de arte no tiene por qué ser bella, pero desde luego no requiere tantas explicaciones del autor como las que Mangado da de su Auditorio. Pero tras ver la película "El cielo gira" he comprendido que el valor de Baluarte puede ser incalculable: la pena es que, como todo coprolito, para que eso suceda habrá que esperar a que pasen varios millones de años.
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