27 abril 2008

Girasol

Me estoy pimplando un par de huevos fritos con su correspondiente carro de patatas fritas y jamón serrano vuelta y vuelta en medio de un excelente tomate casero que hacemos en el pueblo de mi rival. Por supuesto, he reutilizado el aceite que guardo en un tarro, porque Arguiñano nos dijo que para frituras y cosas así se puede usar un par o tres de veces sin problema y yo lo que dice Arguiñano me lo creo. Claro, que ahora enchufo la televisión y hablan de que el aceite de girasol podría estar contaminado, así, en general, sin especificar ni la marca ni nada, que es como decir que no coman ustedes lechugas o arroz o pasta, que en Ucrania hay un partida contaminada. A eso le llamo yo exactitud en los avisos alimentarios. Bueno, el caso es que ahora mismo no recuerdo si el aceite que tenía en el tarro era sólo de oliva o también llevaba algo de girasol. Supongo que sí, que lo llevaba, porque usar sólo el de oliva para hacerte unas patatas fritas es tirar el dinero por la ventana, con lo cual en este momento quién sabe si no tengo en el cuerpo una toxina ucraniana bajándome por la rabadilla. Me da morbo eso, la posibilidad de tener algo ucraniano en el cuerpo, aunque también han dicho en televisión que consumir aceite de girasol no tiene riesgo para la salud. Yo me hago un lío: entonces, ¿lo tomamos o no lo tomamos? ¿quién redacta los avisos, Abbott y Costello? No sé, a mi estas cosas siempre me resultan de lo más sospechosas, eso de no coma usted esto, porque en casos así la otra alternativa sólo es una, a no ser que te hagas los huevos en aceite de soja, pero como que no. Lo curioso es que desde hacía ya un tiempo el aceite de oliva había pegado una buena bajada de precios y ahora se volverá a poner al nivel del caviar. No sé, yo, una por una, voy a untar.