03 mayo 2008



Arenilla

Cuando era chaval era muy corriente que te dijeran: "vamos al foso". Al foso se iba a dilucidar algúnp roblema de cambio de cromos, de partida de canicas sin terminar o alguna mala mirada o mangada del almuerzo. Entonces, allá en el foso, se practicaba elv iejo arte del mandoble y antes de volver a clase había que limpiarse a conciencia si no querías entrarcon arena hasta en el píloro, porque resulta que el foso era el foso de longitud que había en un lateral del colegio y que era el lugar elegido para saldar cuentas porque estaba fuera del alcance de la visión de los profesores y también, a qué negarlo, porque no es lo mismo caerse en duro que en blando. No se nos ocurría decir "vamos a la arena", porque aquello era un foso y cuando las cosas tienen un nombre es por algo, no es tontería. Entonces, llamar a un pabellón deportivo Reyno de Navarra Arena a mi me suena a aldeanada, que es algo que, de habitual, se practica bastante más en las ciudades pequeñas que en los pueblos. Es una especie de sentimiento de inferioridad subconsciente que algunos tratan de paliar nombrando al as cosas con nombres que no les corresponden por ubicación geográfica pero que, a su juicio, le otorgan un cariz cosmopolita o universal que a según qué dirigentes les pone muy cachondos, como si en lugar de estar en Pamplona estuviesen en Bristol o en Adelaida, lo que no es el caso. Es como si el texto que le plagié a Dylan el jueves -no, no era mío, pero ¿a que era bonito?- lo hubiese escrito en inglés, una julada.A este paso seguirán surgiendo sitios que se llamen Garden, Hall, Centre o Marketplace. Es el modelo British, tan en boga. De momento no llegan noticias de que se haya inaugurado el London Academy Txoko o el New York Fruits Mercado. Será que allá no hay problemas de identidad ni nadie con arenilla en los ojos.