Gen de más
“Nunca me acostumbré a jugar en Italia. Era como estar en un país extranjero”. Esto es muy cierto, si lo hubiera dicho Totti o Roberto Baggio. Pero lo dijo Ian Rush, que era galés. La frase, en sí misma surrealista, encierra, no obstante, toda la verdad, la diga Totti o Rush: Italia es un país extranjero, incluso para los propios italianos. Los del norte se creen que viven en Suiza –vamos, como aquí les pasó a Urralburu y Aragón- y los de sur están más cerca de Grecia y de la mafia rimbombante, estilo Estepona o Marbella. Los del norte odian a los del sur por pobres y sucios y los del sur a los del norte por estirados y ricos. Nadie soporta a Berlusconi, pero gana, y de vez en cuando tienen gobiernos de cinco partidos a la vez en los que unos veneran a Celentano y otros a Paolo Conte. Hay tantas Italias como Españas, pero se ponen a jugar al fútbol y ahí se acaba la diferencia. Jueguen mal o bien, al ataque –pocas veces- o a aguantar, los italianos tienen un gen que aquí, se diga lo que se diga, no hay, un gen que gana partidos importantes. Es un gen que más o menos vendría a ser algo así como a mi mi hermano de cae de pena, pero como le mires mal te parto la cara. Aquí, si vienen bien dadas, todo es perfecto, pero en cuanto la cosa se tuerce un poco ese extra necesario es casi milagroso que surja, no tanto por falta de ahínco como de saber superar adversidades, que es un talento tan importante como el de no verse envuelto en ellas. Así que a Italia o se la machaca o a los puntos siempre te ganará ella, te dejará con una ceja abierta, le guiñará el ojo a tu novia y vete a saber qué más. Yo, a pesar de la basura periodística de Madrid, prefiero que gane España mil veces, pero si gana Italia al menos me quedará el consuelo de que tienen un gen de más.
“Nunca me acostumbré a jugar en Italia. Era como estar en un país extranjero”. Esto es muy cierto, si lo hubiera dicho Totti o Roberto Baggio. Pero lo dijo Ian Rush, que era galés. La frase, en sí misma surrealista, encierra, no obstante, toda la verdad, la diga Totti o Rush: Italia es un país extranjero, incluso para los propios italianos. Los del norte se creen que viven en Suiza –vamos, como aquí les pasó a Urralburu y Aragón- y los de sur están más cerca de Grecia y de la mafia rimbombante, estilo Estepona o Marbella. Los del norte odian a los del sur por pobres y sucios y los del sur a los del norte por estirados y ricos. Nadie soporta a Berlusconi, pero gana, y de vez en cuando tienen gobiernos de cinco partidos a la vez en los que unos veneran a Celentano y otros a Paolo Conte. Hay tantas Italias como Españas, pero se ponen a jugar al fútbol y ahí se acaba la diferencia. Jueguen mal o bien, al ataque –pocas veces- o a aguantar, los italianos tienen un gen que aquí, se diga lo que se diga, no hay, un gen que gana partidos importantes. Es un gen que más o menos vendría a ser algo así como a mi mi hermano de cae de pena, pero como le mires mal te parto la cara. Aquí, si vienen bien dadas, todo es perfecto, pero en cuanto la cosa se tuerce un poco ese extra necesario es casi milagroso que surja, no tanto por falta de ahínco como de saber superar adversidades, que es un talento tan importante como el de no verse envuelto en ellas. Así que a Italia o se la machaca o a los puntos siempre te ganará ella, te dejará con una ceja abierta, le guiñará el ojo a tu novia y vete a saber qué más. Yo, a pesar de la basura periodística de Madrid, prefiero que gane España mil veces, pero si gana Italia al menos me quedará el consuelo de que tienen un gen de más.
1 Comments:
Hombre, pues yo me alegré de que Italia perdiera, más que nada pa que se jodieran los votantes de Berlusconi (es como si aquí ganara las elecciones Emilio Botín). Pero a partir de ahora prefiero que pierdan. Si ya es insoportable la paliza que nos meten en los medios con la selección de fútbol, ¿te imaginas la que nos caería en los próximos años si ya tenemos algún título? ¡Dios, qué horror! ¡viva la selección española de hockey hierba, que pasa más desapercibida!
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