12 octubre 2008

Culpas

Dijo el otro día Luis Ángel Rojo, antiguo baranda –es que llamarle a alguien gobernador es como del siglo XV- del Banco de España, que los trabajadores no tenían la culpa de la crisis. Bueno, no sé. Si se refería a que no debían ser los trabajadores los paganos de la situación, pues vale, estamos de acuerdo –es que yo escribo a medias con varias personas más. Sólo firmo yo porque el resto son prófugos de la justicia. Nos repartimos los ingentes beneficios. Yo lo metí todo en el Wachovia-. Pero si lo que quería decir es que nos hemos levantado una mañana y nos hemos encontrado este panorama, pues como que no –para esta frase hemos hecho votación, seis a favor y sólo Greenspan en contra-, como que no, que creo recordar que ya comentamos aquella excelente solidaridad vecinal que consistía en tratar de venderle tu piso al vecino por 15 kilos más de lo que te había costado hacía apenas dos años, con lo cualo, suponemos –no hay economistas entre nosotros, ¡que te calles Alan!- que también hemos colaborado, y mucho, a inflar el mercado, ante las babeantes fauces de constructores, promotores, especuladores y banqueros, atónitos ante la proliferación de tanto gilipollas. O esa obsesión enfermiza por comprar de todo lo que no te hace ni puta falta y para ello pedir créditos personales a un interés brutal –no se incluye aquí a los que tenían y tienen verdadera necesidad- o por consumir a troche y moche y así cooperar en la subida de precios y, en resumen, por haber creado una Disneylandia edificada sobre palillos. Pues que eso, que habrá de todo, que obviamente seguirán pagando los que más -como siempre- los que menos tienen y que sólo por ellos ojalá no hubiera pasado, pero que de vez en cuando alguno se queme las manos no le va a venir nada mal. Firmado: el politz burro.