Ordenanza

En aquella calles con ausencia de carril bici, ciclistas y peatones podrán compartir las aceras, respetándose los unos a los otros, como le dice Ciges a Resines en Amanece que no es poco. Los ciclistas no podrán circular a más de 10 kilómetros por hora, prohibición que se hace extensiva a los peatones. Sirva esto como advertencia a Gabriel Garín: abstente de entrenar a menos de 6 minutos el kilómetro. Recuerda que un 3:15 supone alrededor de 18,5 kilómetros hora. Te caerá un puro. Cómprate un cinta de correr y otra de Pimpinela. En caso de encuentro con una manada de ganado trashumante, cesará la circulación de las tres partes y la concejala Ana Elizalde acudirá presta a dictaminar quién tiene preferencia, aunque, en todo caso –sea la calle peatonal o no-, se dejará proseguir a ciclistas que lleven maillot del Reynolds –el rosa, el del año 80-, peatones con rentas inferiores a 12.000 euros anuales e hijos a su cargo y ovejas preñadas o con muchas ganas de estarlo, ya sea por obra de congénere animal, ciclista o peatón. En confluencias de calles, primará la obligación de mirar a derecha, izquierda, arriba y abajo –el que quiera mirarse las uñas, allá él- antes de cruzar. Está terminantemente prohibido abalanzarse sobre vehículos –100 euros de multa, 150 euros si el vehículo es oficial-, furgonetas de reparto y sidecars, ya estén parados o en movimiento. En los carriles bici, la velocidad máxima será de 20 kilómetros por hora. Tampoco se podrá pensar rápido, excepto a los que presenten un certificado de esquizofrenia. Todo estará controlado mediante radares y chips subcutáneos. Y recuerden lo que decían nuestras madres: en las tiendas, antes de entrar, dejar salir. Esto es todo, no abandonen la fila, tecleen aquí su código pin. ¡Beeeeeeeeeeeeeeeee!