Gastillos

Para el Ayuntamiento de Pamplona ni hay crisis –como decía Solbes, nuestro Greenspan local- ni posibilidad alguna de que el cambio climático sea una certeza –como dice Aznar, nuestro Bush local- y que en su casi totalidad esté causado por la acción del hombre. Sólo así se entiende que se vayan a gastar 116.00 euros en lucecicas para Navidad –sí, ya está aquí, átense los machos-, esa especia de engañufla lumínica que se perpetra para hacernos creer que estamos todos más contentos y alegres y tal por el mero hecho de que sea 26 de diciembre o fecha similar. Esta cantidad, idéntica a la invertida el año pasado, da para bastantes cosas y más en una época como ésta en la que bastantes las están pasando bien canutas, aspecto éste que no ha supuesto freno alguno a la hora de tirar las luces por la ventana. De similar espíritu navideño –alegría, alegría- se imbuyó no a mucho el Gobierno de Navarra, en concreto los gallos del corral, ya que mientras a los funcionarios se les aplicará un aumento del 2% en sus nóminas ellos verán incrementado su jornal –como decía mi abuelo- un 4,15%, con un par. A eso se le llama solidaridad, contención de gasto, austeridad y todos los adjetivos amables que podamos encontrar. En concreto, el presidente verá aumentada su pasta anual en 1.700 euros, que, eso sí, le da para cuatro cenas y poco más. A lo que se ve la carta de los consejeros rindiendo honores a su baranda y defendiéndolo de los ataques de esa misma derecha periodística que le loaba cuando montó la manifa aquella de Navarra no se vende ha resultado ser una inversión acertadísima, de próximo estreno en su nómina de enero. Está bien esto de que la crisis no les afecte a nuestros cabezas de cartel. Demuestra que, aunque ya lo intuíamos, la cosa no va con ellos.