Un regalo
En este tiempo de ruidos, de trepadores, de charlatanes –entre los que me encuentro-, la sola existencia de personas como Jorge Egocheaga es un regalo. Médico en innumerables guerras y dramas humanos a lo largo y ancho del planeta, asturiano callado y nada dado ni a la autopromoción ni a la publicidad externa –lo siento-, Egocheaga es desde hace más de un lustro uno de los 4 o 5 himalayistas más fuertes y rápidos del mundo, y eso no es algo que lo diga yo si no que se comprueba observando su historial y el de los demás, en un deporte en el que se confunde la cantidad con la calidad, la existencia con la aparición en los medios. Representa, igualmente, a esa clase de montañeros que son capaces de dejar sus objetivos por salvar la vida de sus compañeros o de completos desconocidos que se encuentren en apuros. Egocheaga ofrece una charla el sábado en el Iruña Park, una conferencia en la que seguro que todas las palabras que hay que decir se encuentran en las imágenes del documental que se podrá contemplar, una película que su gran amigo Iñaki Ochoa de Olza –“mi hermano Jorge”, decía y escribió- no dudó en calificar de “excepcional”. Los tres euros que costará la entrada irán a parar íntegros a proyectos humanitarios que Iñaki tenía previsto iniciar en Nepal, India y Pakistán y que su familia ha retomado tras su fallecimiento el pasado 23 de mayo en el Annapurna. Ya me perdonará Jorge lo que les voy a contar. Era la noche del 22 al 23 y le llamamos a las 4 de la mañana para consultarle un aspecto médico. “Perdona que te hayamos despertado, Jorge”. Con su voz tranquila, esperanzada y totalmente carente de rasgo alguno de ego, nos dijo: “Estaba despierto y, si hace falta, estaré despierto 40 días y 40 noches”. Estoy completamente seguro de que lo hubiera hecho.
En este tiempo de ruidos, de trepadores, de charlatanes –entre los que me encuentro-, la sola existencia de personas como Jorge Egocheaga es un regalo. Médico en innumerables guerras y dramas humanos a lo largo y ancho del planeta, asturiano callado y nada dado ni a la autopromoción ni a la publicidad externa –lo siento-, Egocheaga es desde hace más de un lustro uno de los 4 o 5 himalayistas más fuertes y rápidos del mundo, y eso no es algo que lo diga yo si no que se comprueba observando su historial y el de los demás, en un deporte en el que se confunde la cantidad con la calidad, la existencia con la aparición en los medios. Representa, igualmente, a esa clase de montañeros que son capaces de dejar sus objetivos por salvar la vida de sus compañeros o de completos desconocidos que se encuentren en apuros. Egocheaga ofrece una charla el sábado en el Iruña Park, una conferencia en la que seguro que todas las palabras que hay que decir se encuentran en las imágenes del documental que se podrá contemplar, una película que su gran amigo Iñaki Ochoa de Olza –“mi hermano Jorge”, decía y escribió- no dudó en calificar de “excepcional”. Los tres euros que costará la entrada irán a parar íntegros a proyectos humanitarios que Iñaki tenía previsto iniciar en Nepal, India y Pakistán y que su familia ha retomado tras su fallecimiento el pasado 23 de mayo en el Annapurna. Ya me perdonará Jorge lo que les voy a contar. Era la noche del 22 al 23 y le llamamos a las 4 de la mañana para consultarle un aspecto médico. “Perdona que te hayamos despertado, Jorge”. Con su voz tranquila, esperanzada y totalmente carente de rasgo alguno de ego, nos dijo: “Estaba despierto y, si hace falta, estaré despierto 40 días y 40 noches”. Estoy completamente seguro de que lo hubiera hecho.
1 Comments:
Es seguro que se juntaron dos almas gemelas.
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