11 diciembre 2008

Lendl-McEnroe

Yo era de Lendl. Me gustaba su cara de mala ostia, lo feo que era, cómo se pasaba las pelotas entre los dedos y cómo luego con esos mismos dedos se arrancaba las pestañas. Claro que lo que más me gustaba era que para ganarle había que jugar casi perfecto, porque él iba a cometer pocos fallos, o ninguno. Aimar Olaizola es mil veces más guapo que Lendl y con total seguridad mejor tipo, pero me recuerda mucho a él, porque mantener esa tranquilidad a 180 pulsaciones es inusual, salen dos o tres que sean así y que, además, como hacía Lendl y ahora hace Aimar, sean capaces de hilvanar jugadas de auténticos artistas, al nivel de las que hacían McEnroe o Edberg o Becker y que ahora hace Irujo. Yo ahora soy de Irujo, qué se le va a hacer, así pierda todas las finales que juegue y así juegue igual de acelerado que como jugó el lunes. Ya, ya sé que si jugara diferente no sería Irujo sino otro, pero ya me entiendo, me refiero a que hay que arriesgar cuando está el tanto perdido pero no cuando ya está casi en tus manos, no sé si me explico. Pero bueno, ¿quién coño soy yo para decirle nada a Irujo? Bueno, es el calentón del momento, mi lado hooligan –mi suegro casi me echa de casa-, en un par de días se me pasa, amén que soy de los que creen que la distancia real de Irujo es a todo el frontón. Lo realmente bueno de esto es que al margen de quién sea cada uno, aquí tenemos Lendl-McEnroe –Juan es mucho mejor tipo que McEnroe- para rato y que merodeando y casi a la par -sino no es que lo están del todo- hay cuatro o cinco más que van a permitir que la pelota siga donde está o más arriba. Así que lo único que podemos pedir es que les respeten a todos las lesiones y que sigan dándose cera hasta hartar. Yo, por mi parte, intentaré ponerme menos nervioso, ¡¡¡¡caguensosssss!!!!

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Te explicas perfectamente. Opino lo mismo.
¿Te ha echado tu suegro de casa? ¡Qué malo!

4:17 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Jodó, Jorge, llevaba toda la vida queriendo conocer a alguien que también admirara a Ivan Lendl y mira por donde, eras tú.

Me gustaba tanto que hasta me regalaron la camiseta que llevaba casi siempre el impávido checo. ¿Te acuerdas? Una de rombos rojos y azules.
Pasé toda la tarde de un domingo del año 1984, teniendo un examen de matemáticas al día siguiente, viendo aquella maravillosa final de Roland Garros entre Lendl y el insoportable y protestón Mcenroe, que como de costumbre empezó ganando fácil hasta que Ivan se puso a carburar y acabó ganando tras cinco horas del mejor tenis que yo haya visto nunca...

Lo último que supe de Lendl es que se nacionalizó americano, se caso con una multimillonaria, y que lo único que hace es jugar al golf. Eso ya no me interesa, prefiero quedarme con aquella imagen como de conde Drácula sin capa que gastaba el bueno de Ivan, cuya única protesta apreciable ante el juez de silla era aquel rebuscarse entre las pestañas.
Gracias por recordármelo, Jorge. Voy a bajarme aquel partido del Emule. Mañana tengo exámen de algo, seguro.

Labrit.

12:04 p. m.  

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