Un buen día

Mi abuela no es de esas personas que se pierde en disquisiciones y juicios de valor, pero, dada su prodigiosa memoria y que 92 años son muchos años, te puede empezar a contar una cosa a las tres y a las tres y media aún no haber llegado al nudo, con lo cual en ese lapso te puedes echar una coscada, pero siempre oído avizor, por si en cualquier momento llegan las palabras mágicas. Después de repasar las genealogías e interconexiones familiares, económicas o laborales de media Navarra, cuando de su boca salga la expresión “pero un buen día” sabe uno que es el momento de prestar atención, que a partir de ahí viene el desenlace y no hay que perder detalle, por lo que pueda pasar. He aprendido a escuchar con esas mismas premisas las ruedas de prensa de Roberto Cara de Piedra Jiménez. Puedes sestear todo el tiempo que quieras, darte al electroshock, pero en cuanto oigas “este proyecto tiene que tener una participación importante de la sociedad” hay que afilar el yunque, que de ahí a dejar caer que sea una fundación privada la que tras haber invertido una mínima parte en una obra costeada fundamentalmente por lo público pase a ser la que tenga todo el poder para dirigir, gestionar y contratar el personal para el edificio o servicio resultante no hay nada. Es como muy matemático, no suele fallar. Es curioso, lo que le gusta privatizar a este mozo. Bueno –pensará-, es una forma bastante apañada de no dejar todo el poder en manos de UPN y, al mismo tiempo, lograr puestos, cuotas de poder y todo el círculo –no sé si vicioso o no- que de ello se deriva. Claro, como electoralmente es poco vendible un gobierno con consejeros del PSN, qué mejor forma de “abrir a la sociedad” todo lo que se haga. A la sociedad que alguna vez haya pisado la sede del Paseo de Sarasate, claro.