Dilema
No consto. Yo pensaba que sí, pero no. Una cosa es que lo uno piensa y otra la realidad. La realidad es que oficialmente no estoy en el paro, cuando de hecho lo estoy, ya que no tengo contrato de trabajo alguno, sólo colaboraciones como esta tan fantástica que mantengo con este periódico y de la que Hacienda me quita bastante más de lo que me quitaría si tuviese contrato. Pero a efectos prácticos no cotizo, soy un sin contrato. No me quejo, es una elección personal, vete a saber si temporal o eterna. Pero ahora tengo un gran dilema ético, desde que mi rival, Iban y Maryajo me abrieran los ojos mientras volvíamos de escuchar a Cohen –alabado seas, milagro de los siglos-. Me dijeron que cuando se te acaba la prestación –creo que se me acabó hace dos años, la última vez que tuve la mala idea de tener un contrato, ja-ja- hay que seguir yendo a sellar el paro para que te contabilicen como parado, algo que yo desconocía porque, a pesar de que por mi trabajo debería ser al revés, mi conocimiento de muchos procesos oficiales y burocracias varias es nulo. Y aquí llega el dilema: ¿voy, me apunto y que se joda Miranda o no voy, no vaya a ser que colabore a que crezca el paro oficial y se nos deprima aún más y prolongue otra vez el Plan Renove, subvencione más levantadas de aceras o se le ocurra cualquier idea chirene? Andar ando mucho y estirarme hasta la Rocha a la oficina de empleo no me cuesta nada, pero tengo pesadillas. ¿Y si de repente me empiezan a llegar, sólo por joderme, ofertas de trabajo y me veo ante la elección de rechazarlas por convicción, pereza vital y la costumbre de la austeridad o por contra aceptarlas por cuestiones relacionadas con la responsabilidad colectiva y la ética personal y una mejora económica? Necesito una lobotomía. O inteligencia.
No consto. Yo pensaba que sí, pero no. Una cosa es que lo uno piensa y otra la realidad. La realidad es que oficialmente no estoy en el paro, cuando de hecho lo estoy, ya que no tengo contrato de trabajo alguno, sólo colaboraciones como esta tan fantástica que mantengo con este periódico y de la que Hacienda me quita bastante más de lo que me quitaría si tuviese contrato. Pero a efectos prácticos no cotizo, soy un sin contrato. No me quejo, es una elección personal, vete a saber si temporal o eterna. Pero ahora tengo un gran dilema ético, desde que mi rival, Iban y Maryajo me abrieran los ojos mientras volvíamos de escuchar a Cohen –alabado seas, milagro de los siglos-. Me dijeron que cuando se te acaba la prestación –creo que se me acabó hace dos años, la última vez que tuve la mala idea de tener un contrato, ja-ja- hay que seguir yendo a sellar el paro para que te contabilicen como parado, algo que yo desconocía porque, a pesar de que por mi trabajo debería ser al revés, mi conocimiento de muchos procesos oficiales y burocracias varias es nulo. Y aquí llega el dilema: ¿voy, me apunto y que se joda Miranda o no voy, no vaya a ser que colabore a que crezca el paro oficial y se nos deprima aún más y prolongue otra vez el Plan Renove, subvencione más levantadas de aceras o se le ocurra cualquier idea chirene? Andar ando mucho y estirarme hasta la Rocha a la oficina de empleo no me cuesta nada, pero tengo pesadillas. ¿Y si de repente me empiezan a llegar, sólo por joderme, ofertas de trabajo y me veo ante la elección de rechazarlas por convicción, pereza vital y la costumbre de la austeridad o por contra aceptarlas por cuestiones relacionadas con la responsabilidad colectiva y la ética personal y una mejora económica? Necesito una lobotomía. O inteligencia.
1 Comments:
Me vas a perdonar que no entre en cuestión tan personal como la de los monises. Yo te empatizo toda, pero eso no arregla el condumio y el futuramen. Convertirse en un palote de estadística. Un numerico más. Ya lo he dicho: en esta vida hay más prostitución que la secual, y ahí estamos todos. Qué tontería, se me ha ido el dedoa la c, que está junto a la x. ¿Qué diría Sigmund?.
¿Ande estais todos, liándola en San Fermín de Aldapa?
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