Con bolsillos

Me gustó cómo iban las hijas de Zapatero y Espinosa, de cargador de móvil. Dieron un mensaje de esperanza a la juventud: puedes ir vestido como te salga de los flejes, aunque seas la hija del presidente de uno de los países con el futuro más negro de Europa. Mucho mejor eso que esos niños que se ven por las calles que son como clones de sus padres, ya sea en unas zonas u otras, bien con pantalón corto, calcetín hasta la rodilla, jersey a la espalda con nudo delante y pelo a raya, que parece que se van a acabar la merienda y se van a poner a vender acciones de Ferrovial, o bien con dos coletillas desilachadas, una camiseta serigrafiada con algún mensaje por fuera de unos pantalones con todos los colores y más de los que te enseña un vendedor de baldosas y un collar con algún símbolo territorial al cuello, que parece que se van a acabar la merienda y se van a poner detrás de la pancarta. No por ninguna de esas prendas en concreto, sino porque son sus padres con un metro menos, o lo que sus padres creen que son o lo que quieren hacernos creer a los demás que creen que son. Las hijas de Zapatero iban vestidas de Meat Loaf el día del funeral de su gato y está bien, con un par. Además, un detalle: las hermanas se llevan bien, comparten gustos y seguro que accesorios. Eso es importante, recorta muchos gastos. Si una fuese gótica y la otra lolita se nos iría una pasta en vestuario y cosméticos. Lo ideal, para ahorrar, sería que les hubiese dao por los chandals de tactel, pero el chándal está muy mal visto, tiene una prensa horrible. Los que vamos de chándal ahorramos un huevo y cada dos o tres años, con lo que no te has gastao en ropa, nos da para un par de billetes a Nueva York, de nuestro bolsillo. Es vital, que los chandals tengan bolsillos. Propios. Y de cremallera.