Todo vale

No debe ser sencillo ser cronista oficial. El otro día le leí a uno escribir que en 2004 los concejales miraban para otra parte en lo concerniente al gaztetxe del Euskal Jai, hasta que llegó Barcina y puso orden. Se ve que de 1999 al 2004 la alcaldesa de Pamplona fue Doña Rogelia. Y luego que Pamplona cuenta hoy con “una instalación pública de todos y para todos”. Hombre, pública pública es la biblioteca de San Francisco, si por público entendemos lo que todos entendemos por público. Esta instalación lo que está es abierta, siempre y cuando tengas 288 euros al año, un 20% más de lo que pago yo por el abono de mi club deportivo pero con una cuarta parte de los servicios. Es lo que tiene no preguntar a la gente del Casco Viejo qué quiere o qué cree que necesita –con los de otros barrios ya se suele juntar, será que los de lo Viejo golemos mal-, proyectar lo que te place, que te –nos- salga un 35% más caro y dar la gestión a una empresa privada. Y las privadas, ya se sabe, quieren ganar, lo que es lógico. Y como el ayuntamiento quiere recuperar su inversión –nuestra inversión, incluidos los 2,2 millones de nada de desviación, que alguno habrá cobrado-, pone una tasa de alquiler y claro, a la empresa los números igual les salen justos. ¿Y qué hace? Pues poner unos precios un 40% más altos que en otras partes. Y eso por no hablar del convenio que tienen estas empresas de gestión deportiva, que en lo salarial rayan lo risible y que no firmaría para sí el cronista oficial. Pero, ¿a qué es todo monísimo y súper dinámico y ya no hay pelones? A algunos con tal de que no haya pelones les vale todo lo que pongan después, así pongan un cactus, pero a otros no nos basta, porque con la excusa de los pelones parece que todo vale. A muchos les vale, incluido al cronista oficial.