Obligaciones

Estoy viendo a El Maestro cantando Like a Rolling Stone con Mick Jagger en 1998. Parecen mi abuela y mi sobrino el mediano. Mi sobrino el mediano es politoxicómano. Le explicas un deporte cualquiera, le das las herramientas necesarias y a las dos horas ya está entre los 100 mejores jugadores de todos los tiempos. No es amor de tío, tiene un problema de habilidad: es demasiado hábil. Su cuarto parece el Decathlon. Sólo falta el gerente echando gente. Cuando lo vean en bikini en la portada del Sports Illustrated ya se acordarán de esto: mira, ése debe de ser aquel que decía ese chalao. Se ha pasao con los implantes. Cuando vean a mi sobrino, me refiero. Al gerente del Decathlon no tengo el gusto de conocerle. Tampoco sé si echa gente. Supongo que lo hará cuando le toque. Como los de Gamesa, les toque o no. Los de Gamesa me parece que están haciendo lo que hacía y ya no sé si hace la Volkswagen. Llegaban a las reuniones con las fotos de los hijos de los 5.000 empleados y las tiraban encima de la mesa: vosotros sabréis las subvenciones que nos vais a dar para las nuevas inversiones. Y se rascaban un huevo. Una delicia de gente. Bueno, eso exactamente no hacían, pero era lo que venían a decir oralmente. Oralmente hablando estamos en una época muy perra, porque hay mucho hijo de las quincemil putas suelto. Mi abuela dice: cómo está el mundo. Lo lleva diciendo desde el 63. Le dio por ahí. No le falta razón. Si mi abuela tuviese una reunión con los de Gamesa les diría: antes que trabajar para vosotros preferiría beber agua. Porque hasta la maldad tiene niveles. Afortunadamente, ya no le hace falta trabajar. Come al año lo que mi sobrino en una semana. Cuando mi sobrino salga en el Sports Illustrated espero que haya menos cerdos por el mundo. Es nuestra obligación.