Por saber

El domingo leí un titular inquietante. No era Osasuna gana o Camacho dice algo nuevo o Roberto Jiménez sale de la narcolepsia. No, era éste: el pozo sin fondo de la sanidad navarra. No era El pozo sin fondo del TAV o de la Policía Foral o de las carreteras para ir a 240 pero donde sólo se puede ir a 120 o del Circuito de Los Arcos, el Museo de los Sanfermines o de las empresas públicas o semipúblicas –por cierto, ¿sigue Sodena enterrando pasta por octavo año en eso de Fondetur, Hoteles con Encantados de Perder Dinero?- o de las subvenciones a sindicatos y patronal. No, era el pozo sin fondo de la sanidad navarra. Los titulares dicen mucho sobre el tono de lo que nos vamos a encontrar después, por eso yo titulo tan mal y si por mi fuera numeraría los artículos y a cascarla. Cuando se titula así, con una expresión como pozo sin fondo, se quiere dar a entender o se da a entender aunque no se pretenda que la sanidad representa un gasto exagerado, absolutamente desorbitado. Atiendan: gasto, no inversión. Invertir se invierte en forales que se tocan el haba en despachos, en trenes para llegar media hora antes a Madrid para ver Mamma Mia o en asfalto para que las hijas de algún constructor estén contentas. Gastar se gasta en sanidad, jódete. Qué dispendio, qué horror, qué sociedad más retrasada, que gasta en su salud y además lo paga ella. Dicen que Salud nos va a extender facturas donde ver el gasto real que suponen determinados actos médicos. Me parece bien. Quiero que eso se extienda a todo lo demás. Todo es todo. Quiero ver pegatinas grandes con su precio en los coches oficiales, en los uniformes, en los consejos de administración, en cada metro de vía o circuito, en cada mojón de carretera, en cada viaje, en cada estudio, en cada último puto papel. Por saber.