Tirofijo

Miguel Bosé ya es colombiano. No tengo palabras. Creo que aguanté a Miguel Bosé del 77 al 84. Llegado a ese punto, le dije a mi hermana: María, o él o yo, yo soy un niño, los niños somos muy impresionables, pase que me intentéis ahogar con la almohada porque soy el pequeño y me sacáis seis y cinco años, pase que vosotros os piréis por ahí el fin de semana y yo me quede en casa o de prestao a mi bola, pase que de pequeño me llevaseis de paseo en verano con el pasamontañas puesto, pero lo de Bosé ya es un acto de crueldad extrema. Mi hermana me miró, ahorró y se compró unos cascos. En justa contrapartida, yo puse a los Dire Strais –en concreto el Alchemy- de manera ininterrumpida desde 1984 hasta 1992, año en el que se casó y se fue de casa y en el que Knopfler y los suyos vinieron a Donosti y a Pamplona. Donde las dan las toman. Mi hermana y mi hermano oyen You get a shiver in the dark… y se llenan de ronchas. Miguel Bosé ya es colombiano. Se ha ofrecido a mediar con las FARC. Se me ocurren tal cantidad de maldades que no me caben en esta columna. Confío en que las FARC sean sensatas por una vez y escuchen el ofrecimiento de Bosé. Tonto un rato ya es el Bosé, porque se ha pegao un esfuerzo terrible para adelgazar 30 kilos y con las FARC eso le hubiese salido casi gratis. Una pena. Aunque aún podría adelgazar un poco más y le cabrían las mallas con las que bailaba Superman. Bosé bailando Superman delante de las FARC en la selva sería un documento por el que daría por bien empleados los siete años de tortura a los que me sometió mi hermana. La esperanza y los intereses de la hipoteca son lo último que se pierde, así que quién sabe, lo mismo el vendehumos éste que no escribe una canción decente desde 1984 hace algo digno. Lástima que ya no viva Tirofijo.