Incapaces

El Grupo Iruña Navarra no renueva a su entrenador, José Mari Urabayen. Leí esto el jueves y no me lo podía creer. Esperar sí, pero creer no. Hay que ser muy torpe, pero realmente torpe, ineficaz, cicatero y hasta contraproducente para mandar a casa a Urabayen después de estas dos temporadas en las que el baloncesto jugado en Navarra ha vuelto al nivel que no tenía desde hacía 20 años. Con el 10º presupuesto de la categoría, este equipo ha quedado cuarto, se ha quedado a una jugada de forzar el quinto partido en semifinales y ha demostrado –como ya hiciera el año pasado- que con un poco más perfectamente hay base para dar el salto a la división previa a la ACB. No merece la pena ahondar en las causas reales de la decisión de la directiva, que en un comunicado lamentable, falso y deshonesto hablaba de “irregularidad deportiva”, por que cuando hay jugadores que son hijos de directivos todo puede pasar, incluso lo que ha pasado, que es absolutamente surrealista: desprenderse de un entrenador que está muy por encima de lo que hay y que ha sacado el 150% a las plantillas de este año y el pasado. No lo digo yo, lo dicen los resultados. Sin embargo, en el fondo me alegro por Urabayen, aunque sea una alegría dolorosa que en tu propia casa unos cuantos incapaces no sepan ver más allá de su libro de familia, por que, con esta directiva –por acción o por omisión-, visto lo visto, ni a heredar, yo no iría ni a heredar. Mucho tendrá que cambiar el panorama para que el año que viene me estire a ver al Grupo Iruña, pero mucho mucho. Mientras, espero que Urabayen encuentre otro lugar más sano en el que poder desarrollar todo lo que lleva dentro sin tener que andar pendiente de los incompetentes que por pura estadística siempre hay en toda sociedad. No dudo que lo conseguirá.