Infame

Tengo delante de los ojos desde el lunes un folleto que quiero compartir con ustedes. Se trata de un folleto en el que Mapfre Quavitae, la empresa que gestiona, entre otros, el Centro Infanta Elena, anima a sus empleados a conseguir clientes para los centros de que dispone. Las recompensas económicas van desde los 150 euros hasta los 25, dependiendo de para qué servicio consigan los empleados a los futuros clientes –recuerden que hablamos de personas dependientes-. De la misma manera, se les anotan puntos –también desde 150 hasta 25- a canjear, dependiendo de la cantidad total que obtengan, por un viaje de fin de semana, un GPS para el coche o un cafetera Nesspreso. El folleto lleva un asterisco que dice: las cantidades se abonarán en la nómina siguiente, siempre y cuando se haya cobrado el recibo del cliente. Es importante entonces, como ven, que uno no sólo consiga clientes si no que, además, se preocupe de que sean buenos pagadores. En caso contrario, te quedas sin cafetera. A mi cómo organiza una empresa privada su forma de pagar a sus empleados me la trae al pairo, siempre y cuando éstos cobren en relación a su trabajo, formación y dedicación. Que además de todo esto se les solicite que hagan labores comerciales y que por esta labor se les prime es indignante. No sé, a mi me llama hoy alguien de este periódico y me dice que por favor ponga aquí que recuerde a los lectores que está bien leerse la columna en el bar pero que por favor compren el periódico y me ofrece por cada nuevo lector un boleto de la tómbola y lo mando a tomar por culo. Por escrito y aquí, aunque me larguen. Afortunadamente, no es el caso. Es lo que tiene el liberalismo atroz, fomentado desde el Gobierno, que no le hace falta mucho para certificar la pésima fama que tiene.